La familia descubrió los insultos constantes el curso pasado. Los sufría una alumna de 14 años del Instituto de La Corredoria, que soportaba comentarios despectivos con relación a su figura de forma habitual. Una situación que la llevó a perder peso drásticamente y también a autolesionarse. "Adelgazó 12 kilos", explica su madre, Sagrario Villar, para añadir que fue entonces cuando la adolescente comenzó a provocarse heridas a sí misma: "Empezó a cortarse con la cuchilla de limpiar la vitrocerámica. Los brazos enteros, desde la muñeca hasta el codo". La adolescente comenzó a recibir atención psiquiátrica. Pero la situación no mejoró. "En el pediatra me dijeron que las autolesiones provenían de la ansiedad", relata su madre. Porque a la estudiante, dice, le cuesta desahogarse. "Es muy tímida. No cuenta nada". Pasó el verano y a finales de noviembre la madre tuvo una reunión con la orientadora. En el centro informaron a Sagrario Villar de que los insultos llegaban también a través de las redes sociales. Y se decidió a denunciar.

"No tenía ni idea de la existencia de esos mensajes, no me había contado nada", relata. Cogió a la alumna, con la que vive en el mismo barrio en el que estudia 3º de ESO, y se fue directa a la Policía. En la denuncia consta que en el instituto informaron a Sagrario Villar de que "posiblemente la menor estuviese sufriendo algún tipo de acoso por parte de otros alumnos, pero que ignoraban de quien se podía tratar". El documento recoge también los insultos recibidos. "Hay personas que existen en el mundo y que nacieron para hacer algo mejor y ayudar a la humanidad, pero hay gente que solo nace para molestar o para gastar oxígeno y de eso hay un montón. Por ejemplo, tú". Este es uno de agravios anónimos que recibió. Aunque no el único. "¿Por qué no nos haces un favor a todos y dejas de gastar oxígeno y te matas ya?", rezaba otro de los textos, en los que también se le llamaba "gorda". Las declaraciones de madre e hija recogidas por la Policía Nacional apuntan a que las autolesiones se habían producido "en varias ocasiones".

Desde el momento de la denuncia la situación de la adolescente no ha mejorado. De hecho, Sagrario Villar, quien lamenta que "nadie hace nada", están pensando en trasladarla a otro instituto: "Dice que el lunes (por mañana) no quiere ir a clase y estoy mirando opciones para que cambie de centro". Considera que tener nuevos compañeros podría ser una de las claves para atajar el problema y aliviar la situación por la que está atravesando su hija. "Perdió un montón de peso. Gasta la talla 34. Cuando me enteré quede alucinado", tercia Roberto Villar, abuelo materno. Lamenta que la familia no conoce todos los detalles porque la joven "es muy cerrada y no cuenta nada" y teme que el problema siga creciendo: "Nos preocupa mucho que desarrolle algún trastorno alimenticio". Cuenta que en verano se fue con ella y con su mujer al Naranco y que pararon a tomar un café. "Se desmayó en el servicio y la llevamos al médico. Le dijo que tenía que comer bien". El abuelo, que vive en La Manjoya, está muy preocupado por las lesiones y por la "pasividad" del instituto y de las autoridades, e insiste en que los insultos ni siquiera tienen sentido. "Pero si tiene las piernas muy flacas. Para estar bien tenía que engordar por lo menos 5 ó 6 kilos", señala.

Y apunta después que "en Reyes quería que le regalásemos una báscula pero ni se nos ocurrió. Era lo que faltaba para que se obsesionase aún más".