"Teníamos alguna discusión por temas económicos, pero Isabel y yo estábamos muy enamorados". Así describió ayer Jorge Portillo Vega la relación que mantenía con Isabel Márquez Uría, la mujer a la que reconoce haber matado golpeándole brutalmente en la cabeza con la barra de una pesa de gimnasio cuando ambos compartían piso en la calle General Zuvillaga de Oviedo, concretamente el día 5 de noviembre del año 2015. Portillo confesó ayer que lo hizo. Fue durante la primera jornada de un juicio en el que se le piden 25 años de cárcel y 10 de libertad vigilada por asesinato. Asumió ante la jueza de la sección segunda de la Audiencia que utilizó la mancuerna en repetidas ocasiones para causarle la muerte a su compañera, aunque también expuso que tiene "problemas con el alcohol" y que ese día había consumido "cantidades ingentes".

Jorge Portillo Vega se presentó ayer en los juzgados de punta en blanco, con el pelo arreglado al milímetro y semblante serio. Al inicio de la vista escuchó cómo la fiscal María Eugenia Prendes y el resto de las acusaciones exponían sus argumentos para tratar de conseguir que se le condene por asesinato con las circunstancias agravantes de desprecio de género y de parentesco, es decir, la pena en su extensión máxima. El ministerio público y los distintos letrados relataron cómo el acusado "engañaba" a la ahora fallecida para aprovecharse de ella económicamente y "vivir a su costa" y cómo en un principio trató de aparentar ante la víctima una situación económica desahogada para después acabar apropiándose de su dinero. "Le decía que estaba esperando por una operación financiera que le iba a ser muy favorable y otro tipo de mentiras similares; pero lo cierto es que era insolvente, que le dejó la cuenta en números rojos y que hasta provocó que les cortasen la luz en casa por impagos", asegura la abogada que representa al hijo de la fallecida, María Eugenia Hidalgo.

Las acusaciones coinciden a la hora de señalar que Jorge Portillo mató a su pareja en el momento en el que ya no podía esconder más sus mentiras. Ella tenía una fuerte "dependencia afectiva" y se creía todo lo que el hombre le contaba, pero llegó un momento en el que comenzó a sospechar. De hecho, el día del crimen Isabel Márquez pensaba que ambos iban a ir al banco para tratar de poner en claro la situación económica, aunque los planes del acusado, siempre según las acusaciones, eran muy diferentes. "La llamó a la habitación con la excusa de que había una fuga de agua y cuando ella se puso sobre la cama sacó la barra que tenía escondida bajo la cama y le golpeó hasta en cinco ocasiones. Quería asegurarse de que estaba muerta porque lo tenía todo preparado. Su fin era matar a Isabel para que no se enterase de que la estaba arruinando", explica María Eugenia Hidalgo.

Después de las exposiciones llegó el turno del interrogatorio. Jorge Portillo sólo contestó a las preguntas de su abogada, la letrada de oficio María López Castro, que ayer enseñó las cartas que va a jugar durante el proceso para tratar de rebajar al máximo la pena para su defendido. López Castro asegura que el crimen no fue premeditado, que Portillo mató a su pareja por un "impulso irrefrenable" tras sentirse "acorralado" por la situación económica que vivía. La abogada dice que le golpeó en la cabeza en varias ocasiones con "golpes certeros" para cerciorarse de que "sufriese lo menos posible". La abogada sostiene que su defendido conocía los "graves problemas de ansiedad" que sufría la fallecida y que le quitó la vida "porque por su carácter no iba a poder sobrellevar la situación" al enterarse de que estaba arruinada.

Problemas psiquiátricos

La defensa también se agarra a los antecedentes psiquiátricos de Jorge Portillo, que en su día lo mantuvieron "internado" en varios centros y "se agravan" al sumarse a sus problemas con el alcohol. "Cuando llegó a Oviedo desde Bilbao había abandonado el tratamiento que seguía desde 1995 por trastorno mixto de la personalidad", señala la abogada. En base a todo esto y teniendo en cuenta que Portillo "se entregó por su cuenta" y escribió "unas cartas de confesión y arrepentimiento" -el hombre dejó una en el piso y otra en el buzón de una empresa con sede en el mismo portal-, la abogada solicita que su cliente sea condenado por homicidio y no por asesinato.

A lo largo de su declaración, Jorge Portillo describió a Isabel Márquez como una mujer con una "personalidad fuerte y una persona muy ansiosa". Dijo además que de consumían juntos alcohol "de manera habitual", pero que nunca había tenido problemas serios con ella. "Nunca me dijo que quisiese dejar la relación", dijo Portillo, que tiene 52 años. Declaró que a la fallecida le gustaba mucho estar en casa y que era él el que la convencía para salir porque no hacían "mucha vida social por la calle".

El fiscal y las acusaciones se quejaron cuando la jueza no les dejó leer ante el jurado popular -siete hombres y cuatro mujeres- las preguntas que tenían preparadas para Jorge Portillo, ya que las de su defensa no entraron en detalles y fueron "a la carta". El juicio continuará el próximo lunes con las testificales.