"La energía nuclear sería un aliado esencial en la lucha contra el cambio climático si su capacidad se duplicara para el año 2040". Lo dice el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Julio Peña, ingeniero industrial, ex secretario general del Comité Español de Aplicaciones de la Electricidad, lo defendió ayer durante la conferencia que impartió en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, en un acto organizado por el Círculo Cultural de Valdediós.

La cuestión suscitó un vivo debate entre el público, que realizó numerosas preguntas a Peña, un experto reconocido en toda Europa, que fue presentado por el doctor ingeniero industrial Vicente Pérez Zubizarreta, compañero suyo de estudios. Una de las controversias que planearon a lo largo de la sesión fue la conveniencia o no de continuar aplicando el Protocolo de Kioto tal como está planteado. Peña aseguró que el acuerdo, aprobado en diciembre de 1997, "nos ha situado en 2017 no sólo sin conseguir ninguna de las metas propuestas, sino manteniendo prácticamente constante el ritmo de contaminación de la atmósfera".

Julio Peña explicó que las modificaciones del clima a las que se alude como cambio climático son producto del efecto invernadero, "luego, la clave será reducir ese efecto", añadió. Una de las fórmulas más eficaces, a su modo de ver, es el incremento del uso de la energía nuclear. "Se trata de un problema técnico y económico, del que no debiéramos desentendernos, ya que nos jugamos mucho en el envite para ser víctimas de los insensatos que pueblan el entramado del tratado de Kioto", recalcó Julio Peña.

El protocolo prohíbe, entre otras cosas, el uso de energía nuclear, "es una pena que al final, por los intereses de algunos, no se hagan las cosas bien en Europa". Y en este punto Peña criticó con dureza la política medioambiental de la Unión Europea, "la única gran área económica del mundo que no ha planificado la compra de nuevos reactores nucleares en los próximos años", comentó.

Añadió que, a su juicio, parece existir una cierta resistencia contra la modificación del Protocolo de Kioto dentro de la propia UE, constituida paradójicamente por un conjunto de países deficitarios en energías primarias "que adoptan la decisión de echarse en brazos de las energías renovables aun a sabiendas de su escasa madurez y las altas subvenciones que demandan".