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Cambio de placas

En Marcos Peña Royo hay más jaleo que memoria

Los vecinos desconocen el papel del gobernador civil en el 62 y les preocupan la confusión y los gastos del cambio de nombre

En Marcos Peña Royo hay más jaleo que memoria

En la calle Marcos Peña Royo apenas nadie sabe quién es la persona que le da nombre. Alguno acierta a decir que fue un gobernador civil, pero poco más. Conversando con los transeúntes y preguntando entre los comerciantes a pocos parece importarles que aquel hombre fuera un acérrimo franquista, director general de Política Interior del régimen y un alto cargo de la Falange. Como Gobernador Civil de Oviedo entre los años 1958 y 1964 dirigió la represión de la huelga minera del 62. Era también abogado, miembro de honor del Instituto de Cultura Hispánica y un experto en emigración asturiana, sobre la que escribió un ensayo. Todo aquello está olvidado y al vecindario de Marcos Peña Royo, que con la aplicación de la ley de Memoria Histórica pasa a llamarse calle Lola Mateos, lo que le preocupa a día de hoy es la confusión que puede acarrear, las incomodidades y los gastos.

No es que los vecinos de Marcos Peña Royo, una calle poco transitada que está a medio camino entre Valentín Masip y las urbanizaciones de la Ería, tengan nada en contra de Lola Mateos, la historiadora que ahora le dará nombre, es más bien que, como dice Rafael Cama, no tienen gana de "jaleos". Cama es taxista, de Lugones, y lleva tres años en la parada de la calle Pío XII, perpendicular a la calle Marcos Peña Royo. "No se quién era Marcos Peña Royo ni Lola Mateos, y como yo, la mayoría", admite. Lo que tiene claro es que, después de tantos años, andar cambiando nombres de calles para borrar la memoria de gente a la que nadie recuerda es "una tontería y un gasto innecesario: hay que actualizar la papelería de los comercios, poner al día las escrituras...". Y eso que a él, profesionalmente, los cambios en el callejero se la traen al pairo. "A los taxistas no nos afecta, nadie pregunta aún por las calles con los nombres nuevos y sólo será cuestión de tiempo que la gente se acostumbre a ellos", afirma.

Ana Alonso tiene una tienda de ropa infantil en Marcos Peña Royo desde hace tres años y aprueba la medida municipal. "Estoy de acuerdo con quitar los nombres que tienen que ver con el régimen franquista, pero en este caso me falta información sobre el nuevo nombre", comenta.

Ella es partidaria de poner a las calles y las plazas nombres de "gente que haya hecho por la humanidad, del ámbito de la cultura y la ciencia, no políticos" y cuestiona a quien se opone al cambio porque la calle se ha llamado así "de toda la vida". "¿Cuántos años son toda la vida?", cuestiona.

En su negocio, el cambio de nombre le "afecta mínimamente", quizás más adelante actualice las tarjetas y la papelería que utiliza en su tienda sin mayor problema.

Sin embargo, María Josefa Madera está intranquila con las novedades. "¡Vaya jaleo!", reconoce. "Llevamos cincuenta años aquí y esto es un incordio", señala. Afirma que es "un incordio" esto de cambiar los nombres de las calles, y para ella doblemente porque, además de residir en Marcos Peña Royo, tiene un negocio allí. "Estoy preocupada por el papeleo", dice. Y sobre titular de la vía, admite que no tiene "ni idea de quién era".

Isabel Alonso también tiene una tienda que abre su puerta a la calle Marcos Peña Royo. "Yo vivo en Las Campas y ya cambié tres veces el nombre de la calle, es un lío de papeleo", señala. "La gente no repara en quién fue Marcos Peña Royo. Son cosas políticas, vendrán otros y volverán a cambiar", se teme. A ella le parece "absurdo ocupar tiempo y dinero a esto, con la de cosas que hay que hacer en la ciudad".

El "gasto innecesario" que está haciendo el Ayuntamiento de Oviedo enviando notificaciones sobre el cambio de nombre de la calle a todo el vecindario es lo que más molesta a Yenni Muñoz, propietaria desde hace cinco años de una peluquería en esa calle. Eso y el nombre elegido". "Todo son gastos, gastos y gastos, y no me gusta nada que pongan el nombre de una feminista, no me gustan las feministas ni los machistas", se queja.

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