Los ciudadanos están de acuerdo en poner freno a las conductas incívicas, como orinar en la calle, y con las multas para disuadir a los infractores. No se extrañan de que el año pasado veinte personas fueran cazadas in fraganti por la Policía Local meando contra los muros de la Catedral, un lugar en el que por desahogarse hay que pagar 750 euros. Se extrañan de que no se impusieran más sanciones, porque opinan que la hediondez en algunos lugares del casco antiguo, como el Tránsito de Santa Bárbara, es insoportable los fines de semana, y hay quien pide que la vigilancia se estreche y se extienda hasta el Campillín. También proponen alternativas, porque admiten que los 750 euros de la multa son una cantidad más que considerable. Hay quien plantea avisar antes de multar: tras uno o dos apercibimientos vendría la sanción. Otros sugieren sustituir las penas económicas por trabajos en favor de la comunidad.

Avelino Blanco y su esposa María del Rosario Leralta viven en Gascona y pasean a menudo por el Antiguo. Ayer por la mañana, sin ir más lejos, caminaban por la Corrada del Obispo. Dicen que cada vez más a menudo ven "a gente ensuciando". "Oviedo es una ciudad muy limpia y hay que mantenerla", señaló el varón, y añadió que "hay que poner orden en la ciudad".

Por la calle Santa Ana, Viky Pozo y José Iglesias venían comentando a la hora del vermú la cuestión de los orines. "Sucio no lo veo, pero se nota el olor", observó la mujer y su pareja cuestionó la eficacia de las sanciones para disuadir a los jóvenes que "salen de los bares con una copa de más" y que, en ese estado, poco se van a acordar de las multas, "que les llegarán a los padres".

Ana Suárez y Francisco García, en mitad del Tránsito de Santa Bárbara, manifestaron opiniones encontradas. Ella es partidaria de multar y "no solo en esta calle, también en otras". A él le parece que una sanción de 750 euros es "sangrar a la gente" y cuestionó cómo hacer efectiva la vigilancia: "¿Van a apostar una pareja de policías locales aquí toda la noche, con la falta de personal que tienen?".

Pilar González y José María Álvarez consideran que esas actitudes incívicas "no son normales en una persona adulta" y opinan que las multas son "justificadísimas". El problema no se ciñe, añadieron, al entorno de la Catedral, sino que se extiende hasta los dominicos, el Campillín y la Losa. En cambio Mariano González y Raquel Cama son más indulgentes. A la salida de la Cocina Económica, donde atienden cada día a personas con serias dificultades económicas, opinaron ayer que las multas son "abusivas" y que antes de penalizar económicamente convendría avisar y tomar otras medidas disuasorias.