La familia que resultó intoxicada la madrugada del pasado domingo en Santa Marina de Piedramuelle a causa de un escape de monóxido de carbono de la caldera de propano mientras dormía, ya está recuperada, al menos físicamente; psicológicamente sus miembros admiten que les costará algo más de tiempo asimilar el trago que acaban de pasar. Los afectados fueron una pareja de cuarenta años, su hijo de nueve y un amigo de la misma edad que se había quedado a dormir esa noche, y la abuela de la familia, de ochenta años. Ayer por la tarde, los padres trajinaban ya por el chalé donde se produjo el suceso, aseguraron sentirse bien y contaron que si su hijo mayor, de dieciséis años, se hubiera retrasado en su hora de regreso a casa es probable que no estuvieran para contarlo. "Nuestro hijo nos salvo la vida", declaró la pareja.

El chaval había salido la noche del sábado y volvió a las dos de la mañana. Ellos viven en La Carrera y su padre tiene por costumbre bajar a buscarle en coche en cuanto recibe su llamada telefónica. Así es como la familia se despertó y, a pesar de encontrarse ya muy mal, consiguió salir de la casa y llamar a los servicios de emergencias. Cuando la Policía Local llegó ya estaban allí las ambulancias atendiéndolos.

Esa noche todo parecía estar en orden. La caldera del sótano había sido instalada hacía tres años y la última revisión había sido la de diciembre, hace apenas unas semanas. Sin embargo, tal y como constataron los bomberos la madrugada del incidente, el tubo de salida de gases, que debe de emitirlos a la calles, se había soltado y estaba liberando propano hacia el interior.

Ayer, aún con el susto en el cuerpo, la pareja propietaria de la casa declinó aparecer en el periódico. Sí explicó a grandes rasgos lo sucedido, confirmó que toda la familia está bien y recomendó, con énfasis, que en todas las casas con caldera de propano, un gas que resulta indetectable porque no huele, "instalen instalen detectores de monóxido de carbono "que no cuestan más de veinte euros y pueden salvar la vida". Ese fue el consejo que, según refirió la mujer, les dieron los profesionales del hospital de Marqués de Valdecilla, en Santander, donde fueron trasladados el domingo desde el HUCA, el Hospital Universitario Central de Asturias, para recibir tratamiento en una cámara hiperbárica.

Vehículos de la Policía Local, de Extinción de Incendios y del Servicio de Emergencias, se trasladaron hasta La Carrera cuando recibieron la llamada alertando de la intoxicación. Lo cierto, reconocen los cabezas de familia, es que en aquel momento ellos no tenían ni la más remota de lo que había pensado y, según el padre, lo primero en que pensaron fue en una intoxicación alimentaria. "Te quedas sin fuerzas y sientes que te mueres, la cabeza te sigue funcionando pero el cuerpo no te responde", relató la mujer. "Esto puede pasarle a cualquiera, también en una casa nueva aunque tendemos a pensar que solo ocurre en edificios ya viejos o a gente mayor". El susto se quedó en eso y ayer la pareja ya tenía algo de ánimo para sonreír al reparar en que, a pesar del dramatismo del momento, la familia había reaccionado "como un buen equipo".