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Truébano, un lugar ovetense en el olvido

Recuerdo de un espacio que fue una de las alacenas de la ciudad y de un topónimo que merece ser conservado

Vista aérea de la zona denominada Truébano, ocupada por el viejo HUCA y la plaza de toros. lne

Al suroeste de Oviedo, en la vertiente nororiental de la colina de Aspra (339 metros), y a dos kilómetros de distancia de la plaza del Ayuntamiento, se halla el paraje, Truébano de nombre (280 metros), que constituyó un importante espacio rural. Floreció desde los albores del siglo IX hasta mediados del XX, gracias a la intensa actividad agropecuaria que allí hubo y que, en cierto modo, supuso la existencia de una de las alacenas más importantes que surtían a la ciudad de Oviedo. Es un lugar al que ya hice referencia en mi trabajo "Aspra, el Cristo que fue y lo que le vino encima" (I Ciclo Conferencias SOF, 2ª época, 2003), y ahora vuelvo a retomar la cuestión con nuevos datos.

Los antecedentes de Truébano son muy anteriores y se remontan al Paleolítico Medio (entre los años 90.000 y 40.000 a. de C.), pues de tal período se han fechado los materiales del Musteriense hallados en la Sienra y en la Muria; destacan entre ellos "un hacha de mano y una raedera", que fueron identificados por el profesor don José Manuel González y Fernández Valles, eminente arqueólogo asturiano.

Asimismo, subyacen en el área geográfica de Truébano otros vestigios antiguos, como "la 'villa' romana de 'les Muries de Paraxuga', la cual, aunque se dio a conocer y fue publicada, desapareció vergonzosamente entre los cimientos [...] de la nueva Facultad de Medicina para bochorno permanente de esta 'culta' Universidad". Ello, al decir del inolvidable Joaquín Manzanares, incansable defensor de nuestro patrimonio artístico.

No es de extrañar la indignación del entrañable Joaquín Manzanares al no haber podido rescatar el yacimiento arqueológico de les Muries de Paraxuga, porque en aquella época se solía hacer la vista gorda con algunos vestigios históricos. Aunque es probable que hoy día no se produjera aquel desafuero, todavía es preciso aquilatar mucho a fin de no sólo recuperar el patrimonio, sino también darle el tratamiento, la conservación y el mantenimiento adecuado.

Gracias a un meritorio trabajo de la profesora doña Isabel Torrente ("Términos agrarios en el medievo asturiano"), conocemos interesantes detalles de la actividad desarrollada durante la Alta Edad Media en Asturias, como la transacción de la finca de un tal Serenianus, heredada de sus abuelos "en los villare de Truébano...", y el comprador un clérigo llamado Indisclo, según documento del año 887, en el que, por primera vez, figura mencionado el nombre de Truébano. Además, Isabel Torrente señala que eran varios los titulares o llevadores de aquellas tierras de labor, divididas en baragañas (porciones), y cita igualmente algunas de las plantaciones que allí había en el siglo IX, como "castaños, nogales, cerezos, laureles, manzanos e incluso el cultivo de la viña...".

Por lo que se refiere a la Baja Edad Media, don Juan Uría recoge la donación que "Doña Belasquida Giráldez" hace a la cofradía de los "Alfayates o Jastres", en 1275, de "todas mis heredades las cuales compré y tengo [?] en la villa de Truébano dentro y fuera de dicha villa ó aldea, con casa é controcios y lantados...".

Respecto al mismo período, es de gran interés el documento que se custodia en el Archivo Municipal de Oviedo relativo al apeo del alfoz de Nora a Nora (hoy concejo de Oviedo), llevado a cabo entre 1290 y 1291, en el que se detallan las diversas heredades reales, del que recojo el siguiente párrafo, según transcripción del profesor Ruiz de la Peña:

"De la feligresía de San Pedro del Otero [...] dixeron que la sienra de Truébano que ye heredamiento rengalengo e que lo tiem Gutier Péliz pol Concello de Ouiedo [...] Otrossi dixeron [...] que hu don Pedro Bretón tien ela casa tellada en Tróbano e Gutier Péliz el orrio que delante e detrás enna losa que lo vieron husar sienpre por el Rey e dar el quarto del pam e la meatat de la frucha al que lo recaldaua por el Concello...".

Durante la Edad Moderna, y hacia último tercio del siglo XVIII, se llevaron a cabo varios arrendamientos en Truébano, como el concertado por Bernardo Menéndez-Valdés y consorte con el convento de Nuestra Señora del Rosario de la Orden de Santo Domingo de Oviedo, con fecha 19 de septiembre de 1779, de una "casa habitación, orrio y mas bienes", por el que cada año pagaban "once fanegas de pan [?] y fueren en grano limpio y de buena calidad". Así como otro alquiler suscrito por los mismos con la "cofradía de Ntra. Sra. de la Valesquida", relativo a una tierra de labor. Lo que consta en documentos del Archivo Histórico de Asturias (AHA).

Aparecen también otros terrenos y viviendas de Truébano que, a raíz de las Leyes de Desamortización, fueron subastados como Bienes Nacionales, y los Menéndez-Valdés, merced a que habían sido foratarios de los Dominicos, adquirieron la propiedad de su casería de Truébano en pública subasta celebrada en Oviedo el 29 de noviembre de 1846, cumpliéndose con todo rigor las formalidades administrativas vigentes al respecto. Igual suerte corrieron los demás predios de Truébano que, en su mayor parte, fueron adjudicados a la burguesía dominante.

A comienzos del siglo XX, Truébano estaba formado por un pequeño grupo de casas, en las que, según el censo municipal de 1916, vivían treinta y dos personas.

Lindando con la carretera del Fresno al Cristo de las Cadenas se encontraban las casas de Truébano de Acá, conocidas popularmente como las de 'Lin', 'Maraxu' y 'Encarna', mientras que en Truébano de Allá, situado en los terrenos donde se construyó el Hospital General de Asturias, se hallaban las casas de Angelón o 'el Calitsu', Víctor 'el Ministro', Marcelino o 'Petaca' y la de Fernando 'el Pelano', así como varias cuadras, el 'horrín' y la 'fuentina'.

En un ilustrativo dibujo de don Francisco Ruiz Tilve se puede ver el camino que unía Truébano de Acá con Olivares, al igual que la casa de "Petaca" a la derecha con la del "Calitsu" a la izquierda, según identificó recientemente Marcelo "el Ministro", a quien agradezco la cordial atención que me dedicó.

Transcurría el tiempo y todo se mantenía igual en Truébano hasta que, a finales del siglo XIX, la clase dirigente ovetense echó el ojo a aquellos fértiles terrenos, para construir en ellos diversos edificios de carácter benéfico, lúdico, educativo, sanitario, deportivo... Fincas, hasta entonces dedicadas a prados de siega y a cultivos de escanda, trigo, maíz, patatas, hortalizas..., en las que, como queda dicho, se atesoraban importantes vestigios de épocas pretéritas.

Comenzó así la transformación de Truébano y, de tal guisa, se puso allí la primera piedra moderna al construirse la Plaza de Toros de Oviedo, previa compra de tres parcelas en las Baragañas y una en el Llano, efectuada por "D. Gerardo Aza y Builla en concepto de Presidente de la Compañía mercantil anónima Sociedad de Espectáculos de Oviedo", mediante sendas escrituras de fecha 24 de noviembre de 1888 (AHA).

A tal transacción siguió la compra, el 3 de enero de 1903, de una finca llamada "la Güertona", sita en términos de Truébano, realizada por D. Policarpo Herrero y Vázquez, "en representación de la Junta protectora del Asilo de Huérfanos de Jesús, María y José".

La citada institución, obra del presbítero D. Domingo Fernández Vinjoy y Pérez, quien, en 1879, había construido una Casa-Asilo para niños huérfanos en la finca rústica denominada "Fuente del Sapo" o "Cinco Piedras" (actual calle Celestino Álvarez). Estos terrenos fueron donados al padre Vinjoy por D. José Sarri de Oller, arcipreste de la Catedral de Oviedo, mediante escritura de fecha 12 de mayo 1896 (Archivo Municipal de Oviedo y AHA).

Es probable que durante las primera década de 1900 se hubieran construido las Escuelas de Buenavista, en términos de Truébano, pues me consta que allí acudió mi padre como alumno entre 1915 y 1920; y a las que, según decía él, "iban descalzos algunos chiquillos de Olivares".

Escuelas que fueron desafectadas del uso escolar a raíz de la propuesta formulada, con fecha 28 de septiembre de 1988, por el concejal de Educación del Ayuntamiento de Oviedo, para enlazar la calle Catedrático Francisco Beceña con la avenida Julián Clavería.

Finalizada la Guerra Civil (1936-1939), se dio la puntilla a Truébano (valga la expresión) con la expropiación forzosa de las fincas "del Monte" y las caserías, acordada por decreto de la Jefatura del Estado, de 24 de septiembre de 1943 (Boletín Oficial de la Provincia de Oviedo número 235, del 19 de octubre), en cuyo artículo único se "declara de urgencia la ejecución de las obras del nuevo Hospital Provincial de Oviedo..." Tal como señalo en "Cien años del INP" (Boletín de Letras del RIDEA, p. 283 y sig., enero a diciembre, 2015).

Corría el año 1954 cuando, comenzadas ya las obras del Hospital, la Diputación Provincial decidió no continuar con el proyecto y vende, tanto el edificio en construcción como los terrenos inherentes, al Instituto Nacional de Previsión (INP) mediante escritura pública de fecha 24 de diciembre de 1954.

Una vez realizada la transacción anterior, la Diputación Provincial retomó el propósito inicial y, en 1955, comenzó a edificar el Hospital General de Asturias en otros terrenos de Truébano de Allá; centro que fue inaugurado el 1 de marzo de 1961, llegando a alcanzar, en la década de los 70, un reconocido prestigio en el mundo de la medicina.

Por su parte, el Instituto Nacional de Previsión prosiguió con las obras que había iniciado la Diputación y terminó el edificio que recibió el nombre de Residencia Sanitaria Nuestra Señora de Covadonga del Seguro de Enfermedad, cuya inauguración se celebró el 29 de noviembre de 1961. Y, en su entorno, se edificó el Centro Materno-Infantil así como el Centro de Rehabilitación y demás dependencias auxiliares. Asimismo, el INP construyó el Instituto Nacional de Silicosis (1970), en otros terrenos de la finca "El Monte" de Truébano.

En suma, todo este complejo hospitalario, conocido como ciudad sanitaria Cristo-Buenavista primero y Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) después, perduró hasta el 16 de junio de 2014, fecha en que fueron trasladados los 230 pacientes, ingresados en el Hospital Nuestra Señora de Covadonga, al nuevo HUCA que había sido inaugurado el mes de enero anterior, en terrenos de La Cadellada, ocupados anteriormente por el Hospital Psiquiátrico Provincial (1933-1937 y 1940-2003).

En la zona de abajo de la avenida de Julián Clavería (acera de los edificios números impares), ocupando parte de Truébano (14'5 ha., aproximadamente y objeto de la expropiación de 1943), la Diputación Provincial de Oviedo construyó el Colegio provincial de Niñas, previo proyecto elaborado en 1955, que fue inaugurado el 13 de julio de 1960; el coste de las obras ascendió a unos 24 millones de pesetas.

En 1973, la Diputación llevó a cabo la construcción de la Residencia Provincial de Ancianos "Carmen Polo" en el solar que aun estaba sin edificar y que correspondía a los terrenos de Truébano de Acá, expropiados por el citado decreto de la Jefatura del Estado, de 24 de septiembre de 1943. El mencionado centro hoy presta los mismos servicios bajo el nombre de Residencia "El Cristo", adscrita al organismo Establecimientos Residenciales para Ancianos (ERA), dependiente de la Consejería de Servicios y Derechos Sociales del Principado de Asturias.

Todo cuanto queda expuesto abarca prácticamente la ancestral existencia del área de Truébano, cuyo nombre fue borrado del mapa y quedó en el olvido.

Por cuanto antecede cabe preguntarse: ¿Vamos a permitir que desaparezca el nombre de Truébano?, teniendo en cuenta, como se ha visto, que es un topónimo tan ligado desde antiguo a la historia de Oviedo. Y habría que decir que no. Espero que seamos consecuentes y, por ello, sugiero que se considere y decida la recuperación del nombre de Truébano para todo el ámbito del proyecto a desarrollar en lo que fue ciudad sanitaria del Cristo-Buenavista, que bien pudiera ser un Complejo Administrativo-Social, con espacios verdes, recreativos y aparcamientos.

Porque ahí está Truébano con todo su bagaje histórico, y, como escribió Carmen Ruiz-Tilve, nuestra excepcional cronista oficial de Oviedo, "no deja de ser paradójico andar buscando nombres para calles [...] tan escasos como andamos de señas de identidad de verde color..." ("Tierras con nombre. Cuartos Pliegos de Cordel", 2001-2003, p. 246).

En este sentido, existían en el término de Truébano varias de esas tierras con nombre como: la Sienra, les Muries, Paraxuga, las Baragañas, el Monte, el Llano, la Güertona, la Viesca, el Alfayatu, Cinco Piedras, Fuente del Sapu... Nombres no exentos de significado etimológico y que desvelan la singularidad y características de las tierras que ocuparon, tal como puede confirmarse en los meritorios trabajos de Xosé Lluis García Arias y Julio Concepción Suárez.

Toponimia de la que también se podría echar mano para denominar las calles y paseos que en futuro se abran en este espacio, recuperando con ello el nombre de los parajes tal como los identificaban nuestros antepasados antes de que fueran absorbidos por la modernidad en aras del progreso.

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