Los especialistas del cuerpo municipal de bomberos continuaban ayer investigando el origen de la "alta concentración" de dióxido de carbono que obligó a desalojar el viernes a los vecinos de un edificio de cinco plantas en el barrio de Pumarín -concretamente a los del número 17 de la calle Albéniz- y a trasladar a tres de ellos hasta el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) con síntomas de intoxicación. Dos de los afectados fueron dados de alta "el mismo día" de los hechos y el tercero, siempre según fuentes sanitarias, iba a ser enviado a casa "a lo largo" de la jornada de ayer, pero las causas que los llevaron a ser ingresados aún siguen siendo una incógnita.

Entre las hipótesis que se barajan para explicar el suceso hay una que ha ganado fuerza. Los bomberos que estuvieron ayer en el edificio -los miembros de este cuerpo hacen mediciones constantes de los niveles de dióxido de carbono en el inmueble y en los locales comerciales cercanos desde que saltó la alarma- aseguran que en el inmueble se ha detectado una "importante" presencia de humedad y que eso puede ser el núcleo del problema. "Los niveles altos de humedad pueden producir la putrefacción de algunos elementos y eso, a su vez, traer consigo la producción de dióxido de carbono", explican los bomberos, aunque "por el momento no se puede asegurar nada".

En un primer momento los bomberos sospechaban que el origen podía estar en una estufa de queroseno, ya que los vecinos habían detectado un fuerte olor a este combustible los días previos a lo ocurrido. Se comprobó cada una de las diez viviendas del edificio -dos por planta- y "en ninguna de ellas se localizaron aparatos o estufas que usen queroseno". No obstante, los especialistas también barajan la posibilidad de que exista una mala combustión en la caldera del cuarto derecha, la vivienda del matrimonio que dio la voz de alarma el viernes al sentir mareos y náuseas y que después tuvo que ser trasladado al hospital. Fuentes municipales también barajaban el viernes la posibilidad de que el foco del problema estuviese en el tercero derecha, una vivienda que hace un mes fue pasto de un incendio y que está siendo reformada. En el piso se están usando pinturas y otros elementos, por lo que se pensaba en una posible "reacción", pero esa posibilidad fue descartada ayer por los bomberos. Una de las mujeres que fue ingresada vive en el tercero izquierda.

A pesar de que los vecinos del número 17 de la calle Albéniz ya se encuentran en sus casas desde poco más de una hora después de haber sido desalojados, el problema aún no se ha atajado de raíz. Los niveles normales de dióxido de carbono oscilan entre las 300 y las 500 partes por millón, pero en el edificio de Pumarín aún se registraron ayer niveles superiores a las 1.300 partes por millón. Esos niveles son "tolerables" si las personas no se exponen a ellos durante mucho tiempo y están lejos de los que se dieron la tarde del suceso, cuando en el inmueble de la calle Albéniz había más de 2.500 partes por millón.

El desalojo se produjo a las seis menos cuarto de la tarde y alrededor de 20 vecinos tuvieron que permanecer fuera de sus casas hasta pasadas las siete. Todos ellos fueron sometidos a pruebas en plena calle para descartar intoxicaciones. Ayer ya estaban más tranquilos. "Sólo fue un susto y pasamos un poco de frío, pero lo importante es que los vecinos que han ido al hospital parece que están bien y que no ha pasado nada grave", afirmaba Carmen Sierra.