Son licenciados en Medicina, suman alrededor de un millar, llevan varios meses viviendo en Oviedo y hoy es su gran día. Esta tarde se examinaron para obtener una plaza que les permita realizar una especialidad. Mediante un extenuante test de cinco horas, compitieron con más de 12.000 colegas en una prueba de ámbito nacional que determinará su futuro. Están en juego 6.328 puestos. Mañana o pasado regresarán a sus casas, y en unas semanas sabrán si su estancia en la capital del Principado ha dado resultado o no.

Han llegado tranquilos, experimentados después de haber superado muchos exámenes antes de acabar aquí y la mayoría con una intensiva preparación, que comenzó el pasado mes de junio, nada más obtener el título universitario.

La entrada en las aulas, llamando a los aspirantes uno a uno, se completó sin mayores incidencias. Los jóvenes tuvieron cinco horas para completar la prueba que determinará su futuro. Hacia las nueve de la noche finalizó el examen.

Mediante un extenuante test de cinco horas, compitieron con más de 12.000 colegas en una prueba de ámbito nacional que determinará su futuro. Están en juego 6.328 puestos. Mañana o pasado regresarán a sus casas, y en unas semanas sabrán si su estancia en la capital del Principado ha dado resultado o no.

Diga lo que diga la nota final, lo que ya no se borrará de las memorias de estos jóvenes médicos es una etapa de su vida crucial, en la que, además de estudiar como unos condenados, han podido conocer Oviedo y Asturias, y han establecido con esta tierra una relación que en no pocos casos se prolongará en el futuro de muy diversas formas, cortas o largas, en modo visita vacacional o modo estancia laboral.

La relación con Oviedo de Guido Andretta, guatemalteco, comenzó en la embajada española en su país. "Uno de los cursos que recomendaban era el MIR Asturias. Me metí en la página web, me informé mejor y la decisión fue más fácil. Estoy aquí desde marzo", señala. Una de las conclusiones que ha sacado de estos meses en la región es que no quiere abandonarla, al menos por el momento. "He conocido Asturias y el norte de España porque forma parte de la relajación. Los que venimos de otro lado del océano tenemos que aprovechar. Idealmente, quiero quedarme en Oviedo y quiero hacer la especialidad de Digestivo, aunque es bastante difícil". Guido Andretta argumenta su postura: "Oviedo es una ciudad bonita, chiquita, no como Madrid que es bastante alocada y más movida. Esto se asemeja más a lo que hay en casa, aunque el clima es totalmente diferente, yo vengo del Caribe".

La incertidumbre es la nota que en este momento domina la vida de estos mil hijos adoptivos de Oviedo. Y, entre tanta volatilidad, un dato es ya irreversible: en estos siete meses y pico habrán dejado en el Principado -mayoritariamente en la capital- unos seis millones de euros, estimando que hayan invertido en alojamiento y otros gastos entre 600 y 1.000 euros mensuales. Una cuantía a la que hay que sumar el importe de la matrícula del curso. Los incuestionables beneficios que la Academia MIR aporta a Oviedo adquieren su verdadero relieve cuando se considera que son ya 29 los años que lleva en marcha. "Desde 1988, cerca de 30.000 médicos se han preparado en nuestro curso", explica Jaime Baladrón, promotor y director de la Academia.

La Academia MIR de Oviedo ha tenido matriculados en esta edición a unos 1.600 alumnos. De ellos, en torno a 1.100 han preparado el examen de médico interno residente (MIR) en Oviedo. Y, entre éstos, un millar provienen de fuera de Asturias. Tres de cada cuatro son españoles.

Laura Fernández es de Vigo. Estudió Medicina en la Universidad de Málaga. "Conocía a mucha gente que estudió en esta Academia, entre ellos algunos familiares. El método era el que más me gustaba. La experiencia ha sido buenísima. La Academia es increíble, inmejorable. Me llama la atención cómo nos animan: es lo que más admiro. Nos dicen: 'Si caes siete veces, levántate ocho'". Esta médico viguesa comparte piso con una compañera: "Pagamos 525 euros entre las dos; cocinamos nosotras", señala.

Buena parte del millar de foráneos vive en pisos o en residencias emplazados en el entorno del Seminario Metropolitano de Oviedo, edificio en el que se imparten las clases. Unos se buscan la vida para limitar los gastos; otros vienen a mesa puesta. El día siempre se les queda corto.

Manuel Pérez es venezolano. Al igual que el resto de los candidatos extracomunitarios, se enfrenta a un hándicap de envergadura: para ellos sólo están disponibles el cuatro por ciento del total de plazas que se ofertan en toda España. "Hice mis estudios en Venezuela. No es un secreto que la crisis en Venezuela está obligándonos, sobre todo a la juventud, a buscar nuevas oportunidades, a abrirnos paso, a buscar objetivos en otros países para poder crecer profesional y personalmente, para ofrecer a nuestras familias lo que allí no podemos ofrecerles". En Oviedo tiene familiares. "Vivo con ellos. Eso ha sido una ventaja, y tenía buenas referencias de la formación que se daba". En cuanto a aspiraciones, coincide con el guatemalteco Guido Andretta: "Quisiera hacer Digestivo, pero estoy abierto a varias posibilidades. Mi prioridad es quedarme en Asturias".

La medicina tiene definitivamente nombre y rostro de mujer. Mujeres son dos tercios de los alumnos del curso MIR de Oviedo. Mujeres son el 63 por ciento de los 13.437 aspirantes inscritos en toda España al examen de hoy.

Irene López es de Jaén y realizó la carrera en Granada. "Al principio me planteé quedarme en Andalucía a preparar el MIR, pero desde el primer curso había tenido en mente venir a Oviedo. Había oído que a la gente le había ido muy bien. En quinto me decidí. Me vine con tres amigas y la experiencia ha sido superbuena", señala. Y agrega: "Vivimos en un piso compartido a cinco minutos y superbién. El alojamiento lo gestionamos todo por internet y nos ha salido bastante bien. Lo hicimos todo por inmobiliaria y sale más económico aquí que en Granada. Comparado con mi antiguo piso, estoy ahorrando".

Los alumnos de la Academia MIR que no realizan el curso en Oviedo siguen las sesiones por videoconferencia desde las sedes de Madrid, Barcelona y Sevilla, o bien a través de internet. Aurora Alonso es gallega de Santiago. "Estudié en la Complutense. Me gustaba esta Academia porque tiene clase todos los días. Estar con otros compañeros hace que el esfuerzo sea más llevadero y resulta más ameno", asevera.

Otros centros formativos del MIR apuestan por concentrar las clases en el fin de semana, y dejan al alumno libre para el estudio de lunes a viernes. Cada persona es un mundo y tiene sus preferencias. Aurora Alonso es de las que prefiere "que me marquen las pautas". Y considera que ha acertado: "Estoy contenta con la organización. La gente que la lleva es muy cercana. Los profesores y los compañeros, muy bien. Repetiría esta opción seguro".

Los alumnos extranjeros se enfrentan a un triple reto: la dificultad del examen, el cupo de plazas y una concepción distinta de la formación médica. Es el caso de la colombiana Melissa Panesso, que cursó en su país de origen. "Una amiga que lo hizo el año pasado me dijo que el de Oviedo era el mejor curso. Me ha encantado. La carrera en Latinoamérica es mucho más práctica, muy diferente a como la hacen acá, que hay que estudiar mucho más. Ha sido un cambio muy grande", precisa Melissa Panesso.

Muchas horas de estudio, muchos simulacros de examen, muchos nervios, muchos subidones de moral, muchos bajones... Atrás quedan seis años de carrera, un curso de intensa preparación. Es mucho lo que esta tarde se juega a una sola carta en el campus del Cristo. No se trata sólo de aprobar el examen, sino de obtener una nota suficiente para elegir la especialidad deseada y en el hospital anhelado. Todo está en el aire, pero este millar de médicos ya tienen impresos para siempre en su alma siete inolvidables meses en Oviedo, su ciudad adoptiva.