El arquitecto Alfonso Iglesias García eligió la ciudad de Oviedo para morir. Lo hizo conscientemente y a pesar de los muchos requerimientos de sus hijos, Esteban y Ana, para que se mudara con ellos, que viven en Madrid y Guadalajara, y les dejara cuidarle. El párroco de San Juan El Real, Francisco Javier Suárez, donde ayer se celebró su funeral, lo reveló durante la homilía. Así que Alfonso Iglesias quiso morir en la misma ciudad en la que vivió sus mejores días y sus noches más alegres. "Vásenos Pinín", se lamentaban ayer sus amigos, que veían en el hijo del inventor del Día de América en Asturias, creador también de las tiras cómicas protagonizadas por Telva, Pinón y Pinín, un trasunto de este último personaje.

Ayer, a su última cita con Alfonso Iglesias, los amigos fueron llegando lentamente, hasta llenar la iglesia. Guillermo Zarracina, arquitecto y compañero de correrías, se detuvo antes de entrar y explicó "lo difícil que", en su caso, "es separar lo personal de lo profesional" al hablar de Alfonso Iglesias, ya que ambos, amigos desde los 14 años, compartieron "una vida juntos".

A la despedida de Iglesias acudieron compañeros de profesión como Alfonso Toribio, Gerardo Bustillo o el mismo Zarracina, artistas como Fernando Alba, Bernardo Sanjurjo, Marisa Fanjul o Carlos Sierra, críticos de arte como Luis Feás, personas que frecuentan los círculos intelectuales como Lola Lucio, Emilio Rodríguez -Milio'l del Nido- o el presidente de la Ópera de Oviedo, Jaime Martínez. Y, por supuesto, su familia. Además de sus hijos; su hermana Covadonga; sus sobrinos María Iglesias, Irene Rohde, Macario Iglesias, Bubi y Álvaro Escobar, y muchos de sus primos.

Lola Lucio, fundadora de Tribuna Ciudadana junto a su esposo fallecido Juan Benito Argüelles contó al acabar la ceremonia, que había conocido a Alfonso Iglesias García "en la época de su vida alegre y confiada, en el Oviedo viejo; era muy divertido estar con él". Recordó que el arquitecto solía pasar "muchas horas con Ángel González", la mayoría de ellas nocturnas. Milio'l del Nido les sirvió muchas copas y ayer también estuvo en la iglesia. "Yo trabajaba en El Paraguas y por allí pasaba lo más guapo de Oviedo en la Transición, también los hermanos Iglesias: Alfonso, Esteban y Covadonga", evocó a la salida del funeral el contador de cuentos.

También lo encontró muchas noches por Oviedo el escultor Fernando Alba. Compartían amistades y cuando coincidían se entendían muy bien. A Alba le gustaba de él "su entusiasmo vital" y su gusto por "hurgar y provocar".

Iglesias y el pintor Carlos Sierra, que también hizo acto de presencia ayer, fueron "compañeros de una generación que pasó por Altamirano y El Manolo. Compartieron, según Sierra, "el día a día, las conversaciones y los juegos inteligentes". El pub El Paraguas fue, según el pintor, "su Capilla Sixtina". "Alfonso siempre estuvo rodeado del pálpito de la vida", destacó Sierra.

Otro de los asistentes a la ceremonia de ayer, el crítico de arte Luis Feás, colaboró con Iglesias en la preservación de la obra de su padre, comisariado la exposición que se le dedicó en 1996. Feás sabe que el arquitecto fue previsor en cuanto a la conservación de su propio legado, dejando toda la documentación sobre su obra archivada.

Durante la ceremonia religiosa, el cura se refirió a Alfonso Iglesias como "al hijo del autor de los dibujos que ilusionó nuestra infancia", "un hombre muy singular", "un bohemio muy conocido en la ciudad, y fuera de ella". El párroco de San Juan contó que, en familia, Alfonso Iglesias era "el capo". De ese modo le apodaban en el grupo de Whatsapp que compartía con sus parientes. En tono más serio aludió a sus siete años de lucha contra el cáncer y dijo que, a pesar de su marcha, "Alfonso va a seguir mejorando este mundo, por medio de sus hijos y familiares y con su contribución a la cultura". Las cenizas de Alfonso Iglesias García quedaron depositadas ayer en el columbario de la familia en San Juan.

Al arquitecto la muerte le sobrevino el pasado jueves, a los 75 años y en el Centro Médico de Asturias, donde había ingresado por una neumonía. Su figura destacó en lo profesional en la Transición, con sus proyectos para la Universidad de Oviedo -las facultades de Químicas, Derecho, la ampliación de Económicas y la Escuela de Enfermería- y de obra pública en educación y sanidad. La última gran obra que firmó fue la del HUCA.