La calle Calvo Sotelo ha cambiado su nombre por el de Federico García Lorca. Un político por un poeta. Nada tienen contra el segundo, dicen por el vecindario, pero la sustitución les parece innecesaria y fastidiosa. Borrar un nombre de una placa no cambiará lo sucedido, argumentan, más bien despertará viejas heridas y malestar. La historia está para aprender no para olvidar, afirman, y la de Calvo Sotelo y García Lorca es especialmente triste, en ambos casos, y un buen ejemplo de la irracionalidad y el desastre que conlleva una guerra civil.

Marta Isusi es camarera, trabaja desde hace años en un bar de la calle: "Me parece fatal. No se por qué hacen estas bobadas. Yo no estoy de acuerdo con lo que pasó en la dictadura pero la historia está ahí para lo bueno y lo malo". Y plantea una cuestión que hace de este cambio en el callejero uno de los más controvertidos: "¿Calvo Sotelo no estuvo también en la democracia?".

Pues sí, José Calvo Sotelo fue diputado en la República. Fue, entre otras muchas cosas, ministro de Hacienda y diputado en Cortes. El primer cargo lo ostentó entre 1925 y 1930, con Alfonso XIII, y en el parlamento estuvo en varios periodos, tanto durante la restauración monárquica como con la república.

Su asesinato fue la gota que colmó el vaso y el último de los trágicos acontecimientos que desencadenaron el alzamiento militar de 1936. El 12 de julio había sido asesinado un guardia de asalto, militante socialista, José Castillo. La muerte de Calvo Sotelo fue una venganza. Cuentan que solo querían dar un escarmiento a los falangistas. Cuando entraron en casa de José Calvo Sotelo, para llevárselo, el diputado apeló a la Constitución y a su condición de representante del pueblo. No le sirvió de gran cosa. Nunca regresó y su cadáver fue abandonado en el Cementerio del Este. Su funeral fue el 14 de julio. Entre el 17 y el 18 estalló la Guerra Civil.

Javier González regenta un negocio de impresión y está de acuerdo con el cambio en el callejero. "Me parece bien siempre y cuando no cause ningún problema y no tengamos que pagar", afirma. Opina que adoptar la nueva denominación, Federico García Lorca, no será difícil: "Es un nombre fácil, conocido". Tendrá que cambiar los datos de su negocio y cree que le llevará algo de tiempo, sobre todo lo que tiene volcado en internet. De todos modos, aún no ha dado ningún paso. "Hasta que no cambie la placa, mantengo el nombre antiguo".

Ángel Iglesias trabaja en el taxi y mientras espera en la parada de la calle reflexiona sobre el asunto. "No soy de un régimen ni de otro, pero pienso que las calles deben dejarse como están, es historia de España; el cambio es una tontería, que pongan nombres nuevos a calles nuevas", opina. "La gente mayor no se acostumbra: sigue preguntando por División Azul y Coronel Teijeiro". De momento, nadie se sube al taxi preguntando por los nuevos nombres. Él, por si acaso, lleva una lista con los 21 cambios.

Federico García Lorca es un personaje popular. Poeta, dramaturgo, cosmopolita y tradicional, vitalista y con un final trágico, como Calvo Sotelo. García Lorca se presentaba como "un español integral"; salía a cenar con el fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, y entre sus mejores amistades había gente próxima a la derecha. García Lorca no parecía reparar en las ideologías y confiaba en el factor humano. La Guardia Civil lo detuvo en la casa de su amigo Luis Rosales, en Granada, el 16 de agosto de 1936. Fue acusado de "ser espía de los rusos, estar en contacto con éstos por radio, haber sido secretario de Fernando de los Ríos y ser homosexual". Lo fusilaron el 19 de agosto en el camino de Víznar a Alfacar. Su cuerpo aún no ha sido recuperado y se supone que está enterrado en alguna fosa común de aquellos parajes.

David Laso es camarero y trabaja en uno de los bares de la calle Calvo Sotelo o Federico García Lorca. Se irrita cuando piensa en el cambio de nombre. "Hay cosas más importantes que andar cambiando nombres de calles. Lo que hay que hacer es gobernar para todos y consultar a los vecinos, porque esto se hace por conflictos políticos que no afectan a los vecinos. Los tiempos han cambiado y para todos", sostiene, y se lamenta pensando en que "cada vez que vienen unos quitan lo que hicieron los otros".