El invierno es temporada alta de incendios, y hay estudios que pueden corroborar que el fuego aumenta con el frío, pero en Asturias este invierno y este fuego tiene sus peculiaridades. Diciembre, enero y febrero lideran la frecuencia estadística del siniestro urbano y de las víctimas mortales de las llamas en viviendas o locales comerciales y en la región, en este arranque de 2017 han repuntado los registros -hasta el de ayer en Oviedo son 93 si se suman los de casas, dependencias comerciales o de uso público- con la singularidad de los tres incendios que en sólo dieciséis días han calcinado bazares chinos.

Uno en Sotrondio

Uno en Sotrondio el pasado 24 de enero y otro en la calle Samuel Sánchez de Oviedo el 1 de febrero precedieron al de ayer en Pumarín, todos sin víctimas de consideración, los tres bajo investigación de causas. Las fuerzas de seguridad rastrean las posibles conexiones entre los tres incendios y trabajan con la hipótesis de que puedan estar relacionados con supuestas represalias dentro de la comunidad china.

La Policía ha descartado en principio alguna relación entre los tres incendios. La principal línea de investigación en el incendio de Sotrondio es el robo mientras que en el de la calle Samuel Sánchez ni siquiera llegó a intervenir la Policía y no se ha presentado denuncia.

Los servicios de extinción han corroborado además en los tres casos que el tipo y la cantidad de mercancía que almacenan estos establecimientos, con mucho material plástico y sustancias altamente inflamables, como pinturas, han acelerado el progreso de las llamas. Por eso fuentes de Seguridad Ciudadana explicaron ayer que se trabaja con un proyecto para reforzar el departamento de prevención del servicio municipal de extinción de incendios. El Ayuntamiento quiere disponer de profesionales que se dediquen específicamente a hacer controles y supervisiones de locales como el que ardió ayer en Pumarín para comprobar si cumplen los estándares. Las mismas fuentes admiten que los almacenes de tiendas como estos bazares deben estar más controlados por el tipo de materiales que guardan.

Hasta ayer, incluido el de Pumarín, los registros del Servicio de Emergencias del Principado (SEPA) tienen computados 93 incendios urbanos en lo que va de año, 78 en viviendas, 8 en dependencias de uso público y 7 en locales comerciales -casi la mitad en bazares chinos-, que superan en ocho a los del mismo periodo de 2016 y rebajan en 16 los 109 catalogados en 2015, el tope de los últimos cuatro inviernos. Las cifras y su progreso podrían servir para ilustrar la certeza de que los inviernos más frescos son también más propensos al fuego, una circunstancia de la que con carácter general puede dar fe Jesús Hernández, responsable de Prevención de la Fundación Mapfre, autora de un estudio anual sobre incendios que corrobora la prevalencia de los meses fríos sobre los más cálidos -el periodo de diciembre a febrero concentra "siete de cada diez muertes" por fuego urbano, afirma- y de los inviernos crudos sobre los suaves.

En Asturias, de hecho, la estación anormalmente cálida del año pasado, donde las llamas se propagaron con particular fiereza en el monte, fue de los últimos cuatro arranques de año el que menos incendios urbanos ha dejado registrados en casas o locales, 85 que se desglosan con 75 en viviendas, siete en comercios y tres en dependencias de uso público. El año 2016 considerado en su integridad disparó el número de fallecidos hasta diez, frente a los dos de 2015 y los seis de 2014, pero ninguno de los incendios declarados en este 2017 ha provocado muertos pese a lo aparatoso del fuego y de los desalojos en algunos casos.

Este enero intermitentemente gélido, que tuvo su ola de frío polar y su leve repunte en el número de siniestros, también podría ratificar la relación peculiar que se establece entre el fuego y el frío, y que conecta directamente con el análisis de causas de incendios. Según el estudio de Mapfre, el primer origen en los casos con causa conocida -apenas el 50 por ciento del total- son los descuidos con aparatos generadores de calor, que acumulan un 38 por ciento de los supuestos.

El año recién inaugurado ha dado trabajo a los investigadores de incendios. En el del bazar de Sotrondio, tratan de esclarecer si la luna rota que se encontró en el local puede ser un indicio de que fue intencionado. El siniestro de la calle Samuel Sánchez, junto a la Losa de Renfe, se produjo con el establecimiento abierto y la investigación también trata de precisar si fue provocado.