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Alfonso Camín y su obra, bien recibidos en Rodríguez Cabezas

El poeta asturiano convence como referente para la vía de Pumarín incluso a los vecinos que critican los cambios en el callejero

Alfonso Camín y su obra, bien recibidos en Rodríguez Cabezas LUISMA MURIAS

La calle no tiene placa visible y la única referencia al nombre anterior de la vía, Rodríguez Cabezas, ya se ha retirado. Estaba en la parte superior de la antigua parada del autobús, donde aún no se ha colocado la nueva denominación. El tramo que une la calle Joaquina Bobela con la rotonda en la que termina Fray Ceferino, en cuyas aceras no hay locales comerciales ni viviendas, se llama ahora Alfonso Camín. Un poeta y escritor gijonés que vivió en su juventud en Cuba, adonde volvió como exiliado cuando estalló la Guerra Civil. Su figura y sus méritos para recibir una calle como homenaje convencen incluso a los contrarios a modificar el callejero. Como Pilar Torquemada, que reconoce los méritos del escritor, pero lamenta el trastorno del cambio.

"No me gusta nada que cambien los nombres de las calles", destaca Torquemada mientras pasea con su marido junto al apeadero del autobús. Y asegura que su opinión no tiene nada que ver con que Rodríguez Cabezas haya sido militar franquista. "Es lo que pasó y punto", dice al tiempo que resalta que "me gustaría que siguiese teniendo el mismo nombre, que es el que voy a seguir utilizando".

En la esquina con la calle Benjamín Ortiz está situado el taller en el que imparte cursos la Asociación de Parados de más de 40 años (PM40). En su interior, la presidenta de la organización, la modista Blanca Fernández, defiende la figura Alfonso Camín. "Merece una calle", asegura. Y añade después que su nombre no generará polémicas: "A nadie le ofende un poeta". Hay otras profesiones, como la del militar franquista cuyo nombre acaba de retirarse en cumplimiento con la ley de Memoria Histórica, que "pueden herir sensibilidades". Pese a que el taller tiene su entrada por Benjamín Ortiz, a través de la ventana se ve la calle Alfonso Camín, el parking Pumarín y el parque infantil. El estudiante de sastrería Fredley de Morais pasa por el local a visitar a Blanca Fernández, amiga de su madre, ambas trabajadoras del mundo de la moda. Acude a menudo, a pedir consejo profesional. "Me gusta el arte y prefiero que las calles lleven nombre de poetas que de militares", opina con respecto al debate de los nuevos nombres en el mapa de la ciudad. "Por supuesto", cierra con rotundidad. Y se muestra también partidario del resto de nuevas denominaciones: "Todo lo que suponga avanzar me parece bien".

Fue el Ayuntamiento de Oviedo el que decidió ponerle a la calle, en diciembre de 1975, el nombre de Rodríguez Cabezas, militar gaditano que llegó a Oviedo con 21 años y se casó en la ciudad, a la que estuvo siempre muy vinculado. Al estallar la Guerra Civil colaboró con el comandante Caballero en la ocupación del cuartel de Santa Clara. Participó después en numerosos enfrentamientos del frente de Levante y en la batalla del Ebro. En 1973, año de su fallecimiento, Joaquín Rodríguez Cabezas había acumulado una larga lista de reconocimientos militares.

Una historia muy diferente a la de Rodríguez Cabezas da ahora nombre a la vía. El escritor Alfonso Camín fue un hombre de letras. Pasó parte de su juventud en Cuba, país al que se exilió -además de a México- cuando estalló el conflicto militar español en 1936. Volvió a Gijón en 1967 y fallecería en 1982 en la ciudad asturiana. Trabajó para varias publicaciones y fue pionero en la introducción de la poesía afroantillana, influenciando a todos los que le siguieron en esa corriente. En 1981 fue nombrado "Hijo predilecto y Poeta de Asturias".

Dos figuras muy distintas de la historia reciente de España que, comenta José Vicente Vallejo, "buena o mala, está escrita". Comenta también que "me parece ridículo cambiar los nombres a estas alturas". Vuelve a su domicilio en la cercana plaza de la Alameda con su mujer, quien coincide con su opinión. "Me parece una tontería, la verdad es que me da lo mismo cómo se llamen las calles", dice Dulce María Prieto. Y se pregunta si dentro de unos años, en caso de que haya otro gobierno municipal, no cambiará de nuevo el callejero. Por eso aboga por no hacer modificaciones en el callejero. Además, dice, "la gente pasa del significado de los nombres". "Con que los conozcan los taxistas ya es suficiente", concluye.

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