David F. estaba "locamente enamorado" de Fadila C. y por eso en un primer momento declaró haber matado al hijo de la marroquí de una brutal paliza cuando los tres compartían un piso alquilado en el número 7 de la calle Vázquez de Mella. Sólo pretendía "encubrir" a una mujer por la que en ese momento "habría hecho cualquier cosa", ya que en realidad ella le había confesado previamente "que se le había ido la mano con el niño" y también que alguien más la había ayudado a deshacerse del cadáver, que apareció el 3 de noviembre del 2014 en el interior de una maleta junto a las vías del tren cercanas al apeadero de La Argañosa. "Me pidió desesperadamente que la ayudara, que ella era muy joven para ir a la cárcel y que a mí sólo me caerían cinco o seis años. Hablaba todo el tiempo en plural. Decía que habían lavado al niño y que lo habían tirado cerca de una mezquita", asegura el gallego en referencia al centro de oración que hay cerca del lugar en el que apareció el cuerpo.

Ése fue el argumento esgrimido ayer por David F. durante la primera sesión de un juicio en el que tanto él como la madre del niño se enfrentan a una pena de 33 años y cinco meses de prisión como presuntos autores del asesinato de Imran y de una ristra de delitos más, entre los que se encuentran el maltrato habitual, las lesiones y la profanación de cadáveres.

Él la culpa a ella y dice que no tuvo "nada que ver" con el crimen, que nunca le puso la mano encima al niño y que tampoco le pegó a su madre. En cambio, Fadila C. asegura que el gallego es "un asesino" y que la sometía a ella y a su hijo a un "maltrato constante", aunque nunca lo denunció porque le tenía "mucho miedo" y David F. la había amenazado en repetidas ocasiones con matarla a ella y "reventarle la cabeza" a su hijo si lo hacía.

El fiscal del caso, Tomás Álvarez-Buylla, está convencido de que ambos son culpables, el hombre como autor material de los hechos y Fadila C. por no haber hecho nada para evitarlo y haber actuado con la intención de ocultar el crimen.

La marroquí fue la primera en declarar ayer ante el jurado popular que va a encargarse de dictaminar el veredicto: un grupo de personas integrado por cinco mujeres y cuatro hombres. La joven -que actualmente tiene 24 años y contestó a las preguntas de todas las partes excepto a las del abogado de su expareja- comenzó a llorar al inicio del interrogatorio y no paró hasta el final. "¿No es más cierto que usted estaba embarazada por entonces y que su hijo Imran le sobraba, que quería deshacerse de él?", le preguntó sin miramientos el fiscal tras declararse ella inocente. "Era mi hijo, no era el de él. Era mi hijo y no me sobraba, era mío y no suyo. Si hubiese podido haber hecho algo por él lo habría hecho", respondió Fadila C. entre sollozos.

La madre de Imran explicó que la noche del crimen, el 25 de octubre del 2014, David F. llegó a casa a eso de las once y media, "muy nervioso" y pidiéndole dinero para consumir cocaína. Ella no lo tenía y entonces el hombre "se volvió loco". Siempre según su versión, la cogió por el cuello y empezó a zarandearla. Como sabía "como actuaba cuando estaba así" se fue a la calle y dejó al niño con su expareja. Fadila C. dice que el pequeño estaba en la cama y que no pensaba que David F. fuese a hacerle daño. "Estuve fuera unos 45 minutos y cuando volví no estaban ninguno de los dos. Me preocupé, pero pensaba que se había llevado al niño para no dejarlo solo", asegura. Fadila C. dice que no vio nada extraño más que "algunas cosas rotas en el salón", que no observó los restos de sangre que después se hallaron en la habitación en la que el pequeño fue apaleado hasta que perdió la vida.

La joven sostiene que David. F. llegó a la vivienda "a las cinco y media" de la madrugada, que cogió una maleta con ropa del bebé y su carrito y que se marchó casi sin darle explicaciones. "Me dijo que el niño se había ido con su hermana a Galicia porque no quería pegarle más, que me callase si no quería que me reventase la cabeza a mi y a Imran", afirma. Entonces el hombre la dejó "encerrada en casa" y volvió a marcharse. Según Fadila C., regresó "sobre las ocho de la tarde" del día siguiente. Ese fin de semana, antes del crimen, David había robado 240 euros y dos ordenadores en el taller de la Tenderina en el que trabajaba y tenía problemas con los dueños del negocio. Por eso le dijo a su expareja "que nos íbamos a Galicia a por el niño", pero que le dijese a todo el mundo que el pequeño estaba en Málaga para que así no los encontrase su jefe, que ya se había presentado en su casa "con tres amigos" para pedirle cuentas. Al final acabaron en León "porque él dijo que el dinero no nos daba para llegar a Galicia en autobús". Allí ambos se prostituyeron -el hombre dice que no llegó a hacerlo- y después de varios días David F. llamo al 112 para entregarse. "Ahí fue donde me di cuenta de todo lo que había pasado", asegura Fadila C.

Cuando le preguntaron a la joven por qué no había denunciado a David F. cuando le rompió el fémur a su hijo de un puñetazo, tiempo antes de su muerte, ella contestó que no lo hizo "por miedo". Ese día al niño se le aplicaron -supuestamente David- paños tan calientes que le produjeron quemaduras. "Cojeaba y se quejaba, pero yo no pensé que tenía la pierna rota", dijo la madre.

David F. sólo contestó a su abogado. Dijo en todo momento que no sabía nada del niño, que Fadila le había dicho que estaba en Málaga con su familia y que él, como solía llegar a casa "colocado o borracho", no le dio importancia. Tanto Fadila como David dicen que no sabían que estaban siendo buscados a pesar que habían pasado casi tres semanas desde la muerte del bebé, que el caso estaba en todos los medios del país y que ellos tenían acceso a la televisión y a internet.