Un ataque de ansiedad y la intervención de la Policía Nacional pusieron ayer fin antes de tiempo a la segunda sesión del juicio sobre el asesinato de Imran, el niño de 21 meses que fue encontrado muerto dentro de una maleta junto a las vías del apeadero de tren de La Argañosa hace tres años. Su madre, Fadila C., se levantó bruscamente e intentó agarrar al que fuera su exnovio mientras gritaba: ¡Asesino, cómo pudiste hacerle eso a mi hijo!". Eran las 18.40 horas y la vista oral -dividida en horario de mañana y tarde- llevaba ya unas seis horas y media en marcha y habían declarado catorce personas. La última en hablar fue una tía del niño que pidió "justicia para mi sobrino y para mi hermana". Su relato, plagado de detalles sobre los días posteriores al hallazgo del cadáver y el shock emocional que supuso a su familia, pareció afectar a Fadila, que perdió los nervios presa de la ira y tuvo que ser reducida por cuatro agentes. La jueza suspendió la vista hasta el día siguiente, por lo que hoy se retomarán las declaraciones a partir de las diez de la mañana.

El testimonio más estremecedor de la jornada fue el del jefe de inspecciones oculares de la Policía Nacional. Estuvo presente en el levantamiento del cadáver de Imran en el apeadero y examinó in situ las pruebas. "Las heridas del niño hicieron saltar las lágrimas a mis compañeros". Acompañó su afirmación con la descripción del cuerpo del pequeño. "No he visto cosa igual en todo el tiempo que llevo en el servicio. Tenía el fémur de la pierna derecha fracturado -con una separación de tres centímetros- y presentaba una quemadura profunda en el muslo. Ambas lesiones eran de cierta antigüedad. El dolor tuvo que ser insoportable. Ese niño llevaba padeciendo sufrimiento muchos días antes de aparecer muerto en la vía del tren". El cuerpo estaba limpio, "parecía lavado", y estaba envuelto en una colcha "con sumo cuidado, como si hubiera sido amortajado".

El inspector también fue muy preciso al describir el estado en que estaba la vivienda que compartían Fadila C., y David F., en la calle Vázquez de Mella. Y es que encontró manchas de sangre en la habitación de Imran. En concreto en el colchón, la pared del cabecero, la mesita de noche y los laterales de la cama. Así como en la pared del salón. "La mancha de la pared era compatible con haber golpeado allí al niño", añadió.

Manipular la escena del crimen

Tanto para este inspector como para otros policías que declararon, Fadila, su pareja o ambos limpiaron la sangre del piso tras matar al pequeño con la intención de manipular la escena del crimen y luego huir. Entre los argumentos esgrimidos destaca que no se encontró sangre en el suelo pese a haber caído previamente por la mesilla, o que la madre del niño -que se declara inocente- negó haber visto sangre alguna en casa los días posteriores a la muerte de su hijo. De hecho, ella aseguró en la primera sesión del juicio que su expareja le ocultó la muerte del pequeño y la engañó diciendo que una hermana se lo había llevado a Málaga. Sin embargo, David F., sostuvo todo lo contrario. Afirmó que Fadila le confesó que "se le había ido la mano con Imran" y le pidió ayuda para encubrir el crimen.

Declararon también una antigua novia de David, la dueña del piso que la pareja alquiló en León cuando estaban en busca y captura, el propietario de la vivienda que compartían en Oviedo, un vecino que les prestó ayuda económica y apoyo con el niño en alguna ocasión, el operario que encontró la maleta junto a las vías del tren, y varios agentes. De sus testimonios se desprendió que David consumía drogas habitualmente, que en vida del pequeño Fadila llegó a justificar ante sus conocidos la rotura del pie de su hijo "porque se había caído de un mueble" o que los vecinos de Vázquez de Mella llamaron al menos una vez a la policía al oír gritos en casa y temer que se trataba de un episodio de malos tratos. En esa ocasión, la pareja le dijo a la patrulla que "estaban teniendo relaciones sexuales" y que el niño dormía en su habitación, pero los agentes no lo comprobaron porque no formaba parte del protocolo. Lo que nadie afirmó con rotundidad, tal y como se especuló, es si Fadila y David ejercieron la prostitución. La que sí señaló directamente a David como maltratador, al menos psicológico, fue la hermanada de Fadila, que lo describió como inquieto y nervioso: "Oí cómo le dijo a mi hermana al teléfono: 'Mora de mierda, te mato'".