"Gustavo Schulze quedó olvidado porque no llegó a publicar nada durante su vida, aunque lo intentó". Lo dijo ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA la profesora de Geología de la Universidad de Oviedo y montañera Elisa Villa Otero, en el transcurso de la conferencia dedicada a las exploraciones y escaladas en los Picos de Europa del alpinista de origen alemán, nacido en México.

La charla, enmarcada en el ciclo que conmemora el medio siglo de existencia del Grupo de Montaña Torreblanca, llenó la sala de aficionados a la montaña, deseosos de conocer algo más sobre la segunda persona que escaló el Naranjo de Bulnes, primera que culminó la ascensión en solitario y abrió una vía que lleva su nombre, tras el pionero Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa, que lo hizo acompañado por Gregorio Pérez, "El Cainejo".

Villa Otero, coautora de un libro sobre Schulze, que fue presentada por Manuel García Viejo, vicepresidente del Torreblanca, destacó los descubrimientos pioneros del montañero que acertó en la descripción de los cabalgamientos horizontales que surcan los Picos de Europa. "Ése fue su gran hallazgo a principios del siglo XX, cuando el hecho de que la corteza terrestre pudiera moverse en sentido horizontal no era algo aceptado, pero aun así Schulze se atrevió a enunciarlo". El científico nunca abandonó la idea de dar a conocer su trabajo y cincuenta años más tarde de sus exploraciones aún seguía tratando de completar la información recogida en la Cordillera.

Al final de su vida cedió parte de la colección de fósiles, depositada inicialmente en el Museo Bávaro de Paleontología de Múnich, a la Universidad de Tübingen, donde aparecieron sus cuadernos inéditos.