"Es urgente una intervención del Estado para armonizar el impuesto de sucesiones y donaciones en España". Begoña Sesma, catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de Oviedo y miembro de la Real Academia Asturiana de Jurisprudencia, lo reclamó ayer durante la conferencia titulada "Hacienda y los contribuyentes: ¿una relación conflictiva?", organizada en colaboración con la Real Academia de Jurisprudencia del Principado de Asturias y presentada por Ramón Punset, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo y académico.

Sesma no pasó por alto el asunto, de plena actualidad, que despierta especial rechazo social en Asturias, Andalucía, Extremadura y Murcia, comunidades que mantienen los baremos impositivos más altos sobre las herencias. El pasado jueves, día 2, unas 2.000 personas se manifestaron ante la Junta General del Principado para reclamar la supresión del impuesto.

Y ante ese clamor Begoña Sesma propuso ayer adoptar una banda de porcentajes máximos y mínimos de tributación, aplicables por igual en todas las comunidades. "También sería adecuado unificar los grupos de parentesco en tres, de mayor a menor grado y establecer un mínimo exento de entre 300.000 y 400.000 euros de padres a hijos".

Mejorar la fiscalidad sobre las donaciones y cambiar la actual legislación tributaria relativa al impuesto de patrimonio fueron otras de las propuestas de la profesora, que también destacó "la especial sensibilidad de LA NUEVA ESPAÑA a la hora de tratar estos asuntos en sus páginas". Sesma puso de relieve la tensión que subyace desde siempre entre el contribuyente y las diferentes administraciones tributarias.

Llamó la atención sobre la antipatía social que suscitan aquellos que evaden impuestos y defraudan. "Es cierto que los españoles no siempre pagamos todo lo que debemos, pero a la vez también somos muy críticos con el que defrauda". La desinformación acerca del destino de los impuestos y la escasa transparencia sobre el reparto del dinero recaudado son, a juicio de la catedrática, otros factores que ayudan poco a crear una corriente de simpatía entre los gestores de las arcas públicas y quienes las nutren. "Si las administraciones explicasen mejor lo que hacen con el dinero, nuestra percepción sería distinta", añadió.