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Claves para lograr entender en qué consiste la disforia de género

El transgenerismo es un conflicto que se da en la persona que físicamente nace varón o hembra pero que siente o actúa como si fuese lo contrario

Cuando nos referimos a la disforia de género utilizamos un término que coexiste con otras denominaciones como trastorno de identidad de género, transexualismo o transgenerismo. Estamos hablando de un conflicto entre el género físico de una persona y el género con el que él o ella se identifican.

Es decir, se trata de una persona que físicamente es un varón pero que se siente y actúa como una mujer o viceversa. Evidentemente esta situación hace que la persona se encuentre muy incómoda con el género con el que nació, y observe su propio cuerpo como una prisión. Pero es importante matizar que no puede hablarse de que un niño o niña sea transexual ya que según los manuales de clasificación diagnóstica, el transexualismo se produce en la edad adulta.

Lo que si nos podemos encontrar en la infancia es la disforia de género, y se puede manifestar en niños desde los cinco años e incluso menores. En esas etapas pueden aparecer conductas en las que un niño se comporta como si fuera una niña y viceversa. En este tipo de casos es aconsejable realizar una valoración y un seguimiento para ver cómo se van desarrollando esas personas hasta llegar a la pubertad. En cualquier caso no debemos asociar ni confundir la disforia de género con la homosexualidad

Hay estudios que sitúan en el 15% de los niños con disforia de género el porcentaje de los que terminan siendo transexuales. Para poder efectuar un diagnostico certero esa sensación de estar en el cuerpo del género "equivocado" debe darse al menos durante dos años. La historia clínica y una evaluación psiquiátrica pueden confirmar el deseo constante de la persona de pertenecer al sexo opuesto.

Estas personas pueden actuar como miembros del sexo opuesto y esta situación puede influir en la elección de los compañeros sexuales, comportamiento y vestuario pero sobre todo en la autoestima. Esta última circunstancia se puede comprender fácilmente si pensamos que ya en la edad infantil, estos niños sienten desagrado por sus propios genitales, sufren el rechazo de sus compañeros y amigos y se aíslan, viviendo en silencio la idea de que cuando crezcan llegarán a ser del sexo opuesto.

En la gran mayoría de los casos, con el desarrollo y la pubertad, estos trastornos de identidad desaparecen, pero mientras llega ese momento hay que procurar que el desarrollo del niño sea lo mejor posible.

Y ahí es necesario que se impliquen todos los elementos del entorno del menor: los padres, el colegio, las leyes y también la sanidad, ya que un menor no dispone de las herramientas cognitivas para abordar unas cuestiones tan sensibles. Por tal motivo es importante acompañar esta transición para que sea problemática, estableciendo límites para que el menor pueda crecer sin estar en conflicto todo el tiempo, e intervenir cuando llegue el momento.

En este camino es fundamental el apoyo a los padres. Hay que tener en cuenta que el diagnóstico y tratamiento precoz de la disforia de género puede reducir las probabilidades de depresión, angustia emocional y suicidio.

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