"Hay que confiar en los objetivos de mérito y capacidad que establece la Constitución; la transparencia debe ser la divisa de oro de todo tribunal de oposiciones". José Ramón Chaves García, magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA), dejó ayer claro en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA que el acceso a la función pública en España es una cosa tremendamente seria y delicada, "que no admite que nadie juegue con las ilusiones de los opositores y de sus padres".

Chaves, autor del libro "Controles, errores y abusos en las oposiciones y concursos del empleo público", partió de la premisa de que "no hay que demonizar a las oposiciones, ya que, al menos, son un sistema que da iguales oportunidades a todos".

El problema, a juicio del experto, es la tendencia a crear lo que él llama "burocracia opositora", algo que no casa con el espíritu de servicio público que conlleva la carrera funcionarial. "La oposición nunca debe convertirse en un circo", afirmó el magistrado, que fue presentado por Antonio Arias, síndico de cuentas del Principado, que dedicó numerosos elogios a su buen amigo. "Yo le llamo José Ramón da Vinci Chaves, un hombre capaz de afrontar todos los escenarios y además, profundamente divertido y creativo". Alfonso Toribio, presidente de Tribuna Ciudadana, asociación que colaboró en la organización del acto, puso de relieve la alta capacidad divulgativa de Chaves, "capaz de explicar cuestiones jurídicas en un lenguaje perfectamente asumible por los profanos en la materia".

Y eso fue lo que hizo ayer. La cuestión daba para mucho y el experto enumeró lo que calificó de "barbaridades reales en el funcionamiento de los tribunales". Citó casos en los que el presidente filtra el examen a quien considera adecuado o donde la plaza, codiciada por varios candidatos preferidos por los encargados de juzgar la prueba, se la acaba llevando el aspirante que carece de padrino, "para evitar enfrentamientos".

José Ramón Chaves, "uno de los grandes juristas españoles del siglo XXI", en opinión de Arias, también puso de relieve el problema que genera la escasa actualización del funcionariado. Los criterios de valoración de los exámenes son otra de las cuestiones que preocupan al magistrado. "El modo de reclutamiento del empleado público influye mucho en el servicio, y eso no podemos perderlo de vista". Tampoco faltaron anécdotas simpáticas como la que protagonizaron los aspirantes a una plaza de enterrador, que debían llevar "sus útiles". O el suspenso clamoroso que recibió un opositor a una plaza de policía al que se le ocurrió responder que se presentaba porque su cuñado era del Cuerpo y estaba muy contento con el trabajo.

Chaves planteó interrogantes sobre lo que sucede cuando alguien gana una plaza por reclamación, después de años de espera. "En esos casos hay que pagar al afectado con carácter retroactivo; las administraciones están gastando mucho dinero en esos conceptos". Entre los asuntos pendientes de resolución citó a los interinos, "a los que hay que darles salida". Aunque Chaves reconoció que "la ingeniería burocrática y la prevaricación" siguen presentes, destacó los avances que ha vivido España desde el siglo XIX, cuando nepotismo y clientelismo eran las bases para designar las plazas.