Los compañeros del taxista secuestrado en el centro de Oviedo y liberado en Avilés comentaron ayer por la emisora interna que la Policía Nacional busca intensamente "al que le hizo eso al de la licencia 100" y relataban entre servicio y servicio un rosario de situaciones comprometidas o incluso agresiones que todos han sufrido alguna vez en el trabajo. "Ser taxista, trabajar al volante es una profesión de riesgo", explica el presidente de la Federación de Autónomos del Taxi de Asturias, Manuel Arnaldo Alba.

Pese a la gravedad del incidente, el colectivo de taxistas le quita hierro al asunto y lo califica de un caso "aislado", tal y como dice José Antonio Suárez, el presidente de la Asociación Radio Taxi Principado. Y es que los profesionales del volante creen que es difícil mejorar las medidas de seguridad que llevan en los vehículos; desde el botón de emergencia que les conecta directamente con la centralita, hasta las mamparas que, en algunos casos, separan al conductor de los viajeros.

"Oviedo y en general Asturias son lugares tranquilos para nuestro colectivo, pero el peligro acecha en cualquier carrera". Juan José López Rodríguez ejemplifica sus palabras con casos reales. "No puede haber un policía en cada esquina y nuestros elementos disuasorios no siempre funcionan. La mampara no evita que alguien pueda hacer fuego y meterlo por debajo del asiento delantero. Eso ha pasado en Madrid". Además, no todos los coches están preparados para instalar una mampara, de precio elevado.

Alba matiza también: "Una carrera sabes cómo empieza, pero nunca como va a acabar". Tal y como están las cosas, en época de escasez económica, es poco frecuente que un taxista rechace viajeros y por tanto asume cualquier eventualidad en el trayecto. Sobre su capacidad de reacción, algunos profesionales apuntan a que no hay nada escrito; es decir, no existe protocolo alguno que establezca las pautas de actuación ante una agresión o un posible secuestro.