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Cambio de placas | Calle de Gloria Fuertes

Gloria Fuertes "no es mal nombre", pero el cambio de calle "incomoda mucho"

Vecinos de la antigua Comandante Vallespín dicen que retirar las placas franquistas "no ayuda a borrar la Historia"

A los vecinos y comerciantes de la antigua calle Comandante Vallespín no es que les moleste en demasía que la calle haya pasado a llevar el nombre de la poetisa Gloria Fuertes, es más, a muchos de los consultados por este diario incluso les gusta. Lo que ya no les hace tanta gracia son los trámites que están obligados a realizar a consecuencia de la aplicación de la ley de la Memoria Histórica y que el Ayuntamiento "se gaste dinero" en cambiar el nombre de las calles franquistas "cuando existen otras cosas mucho más importantes que solucionar en la ciudad", resume el peluquero Rubén Somoano.

Somoano lleva desde el año 1987 trabajando en la misma calle y ni siquiera sabía quien era el comandante Vallespín antes de que saliese a la luz que el Consistorio iba a retirar su placa para cambiarla por la de Gloria Fuertes. "A mí nunca me recordó al franquismo, y me imagino que a los chavales que son más jóvenes todavía menos. Yo no soy ni de derechas ni de izquierdas, pero pienso que la Historia ya no se va a borrar por mucho que se cambien los nombres. No ayuda a borrar la Historia. Lo que pasa es que con todo este movimiento que se está montando alrededor del cambio de calles lo que se está haciendo es airearla de nuevo", asegura Rubén Somoano. "Además es una lata para los que tenemos negocios. Tenemos que cambiarlo todo y gastar dinero para adaptar el papeleo", añade.

El comandante Benito Vallespín participó junto a las filas de Franco en la llamada defensa de Oviedo y murió en plena contienda a los mandos de una ametralladora. Gloria Fuertes, conocida poetisa madrileña con especial relevancia en la literatura infantil y juvenil, escribía versos como los siguientes en su poema "Yo era Caperucita": "Yo era una caperucita roja en zona roja / El lobo Franco se enteró que en mi cestita / no llevaba solomillo y queso para mi abuelita / y al ver que llevaba libros y poesía,/ mandó su jauría / y me detuvo en la Gran Vía". "Yo estoy encantada con el cambio porque admiro muchísimo a Gloria Fuertes y además quiero lejos de mi todo lo que tenga que ver con Franco", señala Pilar Cabrera, una vecina de la calle. En su opinión, "Gloria Fuertes es una poetisa y no tiene nada que ver con la guerra. No estaría bien que pusiesen el nombre de un militar del otro bando, pero sí el de una persona muy importante para la cultura española", explica en referencia a la poetisa fallecida coincidiendo con el centenario de su nacimiento. Además, Cabrera tiene un apego especial a la escritora a raíz de un encuentro que tuvo con ella en Oviedo. "Me caía muy bien; a mi marido le escribió un poema en una servilleta que aún conservamos con muchísimo cariño", afirma orgullosa la mujer.

"Una lata"

A Miguel de la Fuente, que tiene una tienda de pinturas en la zona, también le parece "muy guapo" el nombre de Gloria Fuertes. No tiene nada contra la poetisa, al contrario, pero el cambio "es una lata" para él por bastantes razones. "Tenemos que cambiar los albaranes, ponernos de acuerdo con los proveedores para que asimilen el cambio y, en general, hacer muchos trámites burocráticos que no son para nada agradables. A mí me parece que todo esto sólo sirve para marearnos y para hacernos gastar dinero. Incomoda mucho", explica. "Estas bolsas -dice señalando a un buen taco de ellas que tiene tras el mostrador- las hicimos este año para entregar las compras a los clientes con la dirección antigua, con lo que deberíamos de cambiarlas. Eso sí, yo las repartiré hasta que se acaben, no está la cosa como para derrochar", añade.

Joaquín Fernández es de los que no está de acuerdo "para nada" con el cambio de nombre de la antigua Comandante Vallespín. "Los nombres de las calles no pueden cambiarse así como así porque forman parte de la historia de la ciudad y de la de sus ciudadanos. Si le quieren dar alguna a alguien en concreto tiene que ser en una nueva, no modificar una que ya existe". En su opinión, "Franco y la dictadura ya están muertos, pero no se puede marear el callejero". Además, según sostiene Fernández, "todo esto cuesta un dinero que se podría emplear para otras cosas más necesarias".

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