"El populismo mantiene una relación de tensión con la democracia y siempre va acompañado por la sombra del fascismo". Lo puso ayer de relieve en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA Óscar Rodríguez Buznego, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Oviedo, durante la mesa redonda titulada "El desafío populista y las elecciones en Europa", moderada por la periodista y politóloga Laura Pérez Macho, organizada en colaboración con Tribuna Ciudadana, el Colegio Oficial de Ciencias Políticas y Sociología del Principado de Asturias y la Asociación Asturiana de Sociología.

Rodríguez Buznego abundó en la idea de que la democracia puede quebrarse de diversas maneras. "Una fue la fórmula empleada por los fascismos clásicos, pero hay otras; no hace falta que el populismo sea fascismo para que represente una amenaza".

En realidad, según estima el profesor, el populismo realiza una crítica cínica, no democrática, al sistema democrático, "se muestra ambiguo con él y esa ambigüedad esconde un cinismo".

La politóloga Azucena Álvarez Menéndez centró su análisis en el ascenso de Marine Le Pen, candidata a las elecciones generales en Francia, "El caso es que no sólo es Marine Le Pen quien tiene una actitud populista, también Fillon, el candidato de la derecha, cuando dice eso de que las urnas le juzgarán". Además, hizo hincapié en algo que habitualmente se olvida: el partido de Marine Le Pen, antes liderado por su padre, Jean Marie, tiene presencia en la sociedad francesa desde los años ochenta, no es un fenómeno nuevo. En ese punto, el politólogo y ensayista Carlos Gil de Gómez consideró que el populismo del sur de Europa se parece mucho al iberoamericano, mientras que el del Norte es más bien de derechas. "Uno de los peligros es que los partidos tradicionales se contagien de este discurso. Espero que las instituciones resistan ese envite". Hans van den Broek, profesor de Sociología de la Universidad de Oviedo, señaló a la emigración como gran preocupación en los países del Norte. "En ciudades de Holanda, Alemania y Francia, la mitad de los habitantes son extranjeros, la población blanca se siente en minoría en su propio país y esto genera mucha inquietud". También aludió como causa de estos movimientos al fracaso de una Unión Europea que se percibe lejana.