"Llevo en este instituto 23 años y no recuerdo que en este tiempo haya pasado nada parecido", subrayó ayer José Antonio Otero, director del Instituto de Secundaria Río Trubia. El centro educativo está emplazado en la antigua escuela de aprendices de la Fábrica de Armas trubieca. Tiene 170 alumnos, de los que casi la mitad tenían previsto ayer disfrutar de una actividad extraescolar en Oviedo. Tras el atropello de las dos alumnas, la dirección del instituto analizó la situación con los responsables de la Consejería de Educación, y de mutuo acuerdo decidieron mantener los planes. Al final de la mañana, todos los estudiantes recibieron sus notas. Era el último día de clases antes de las vacaciones de Semana Santa, que comienzan hoy.

El director del instituto atiende a LA NUEVA ESPAÑA poco después de la una de la tarde. Acaba de llegar del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), donde ha estado reconfortando a los padres de las niñas accidentadas. "Están muy preocupados", indicó José Antonio Otero.

Según ha podido saber este periódico, los médicos no están demasiado inquietos con el traumatismo torácico de Carla F. Q., de 14 años, pero sí con las lesiones cerebrales de Miriam D. Q., de 12 años, que ha sido sometida a ventilación mecánica. Los facultativos puntualizan que los golpes en la cabeza exigen una particular cautela, pues incluso transcurridos unos días desde el accidente pueden dar lugar a complicaciones severas. Un riesgo que se suma al de las posibles secuelas a largo plazo. "Hay que esperar", señalan los especialistas.

A José Antonio Otero le acompaña el jefe de estudios, José Antonio Sieres. "Seguramente podemos hablar de una mezcla de imprudencia y de fatalidad", resumen. En efecto, las niñas no se bajaron del autobús urbano en la parada más cercana al centro educativo, que dispone de una amplia acera, sino que optaron por ir a la parada siguiente, a unos 200 metros en dirección a Proaza. "Lo hacen así porque llegan temprano y les da tiempo a acercarse a alguna de las confiterías de Trubia a tomar algo, y luego vienen caminando con los compañeros que viven en Trubia", explicaron los responsables del centro educativo. La carretera que toman tiene acera en uno de sus márgenes, pero no en el otro. La parada en la que Miriam y Carla suelen bajarse del autobús no dispone de acera ni de arcén. Ayer, como dato adicional, a la hora del accidente había niebla.