Tres bandas musicales participaron ayer en la procesión del Silencio. Una, la Agrupación Musical Sagrado Corazón de Jesús, que debutaba en la Semana Santa; otra, la Banda de Cornetas y Tambores del Cristo de la Piedad, llegada recientemente de una actuación en Logroño; y la tercera la Unión Musical del Principado, con el maestro Jesús Alberto Alonso Pacheco al frente. Así que el silencio, al paso de las imágenes del Cristo Flagelado, el de la Piedad y de la Virgen de la Amargura, no era el de la calle sino el que los fieles les dedicaban, rezando y sobrecogiéndose al contemplarlas.

La procesión del Silencio, que esta Semana Santa estrena la distinción de "Real" que le concedió Felipe VI, salió de la iglesia de Santa María La Real de la Corte. Allí tiene su sede canónica y desde ella sale todos los Martes Santos desde hace quince años.

Dentro del templo, con los bancos retirados, se prepararon los participantes y los tronos de las imágenes para salir a la plaza Feijoo, donde esperaba con antelación el gentío. La procesión comenzó pasadas las ocho y media de la tarde. A esa hora asomó el estandarte con el emblema del Silencio por la puerta y hasta las nueve y cuarto no salieron los representantes de la junta de hermandades, cerrando la marcha.Recorrido

A partir de ahí, la procesión se adentró por la ciudad, primero por la calle Jovellanos y luego por San Juan hacia la plaza de la Catedral, pasando ante la capilla de La Balesquida. Luego siguió por el Antiguo: la Rúa, San Antonio, Santa Ana, el Tránsito de Santa Bárbara y la Corrada del Obispo, para regresar por San Vicente a la Corte.

Fueron muchos los devotos, viandantes y turistas -que al avanzar la semana comienzan a hacerse notar- que se detuvieron a ver desfilar a los cofrades y contemplar las imágenes sagradas.

A la cabeza de la procesión, tras el pendón morado de la cofradía, salió la Santa Cruz, desnuda y de madera de plágano, donada por uno de los hermanos en el mismo año en que se constituyó la congregación.

Unos metros atrás, separados por cofrades, músicos, damas enlutadas y veteranos del Ejército, iba el Cristo Flagelado, la talla que apareció por primera vez en 1957 con la antigua Cofradía de la Corte, que procesionaba el Jueves Santo y de la que formaban parte muchos trabajadores de la Fábrica de Armas de La Vega. Ellos se encargaban por aquel entonces del acompañamiento musical, con la banda de tambores y cornetas de la escuela de aprendices.

El Cristo de la Piedad y la Virgen de la Amargura completaron la procesión del Silencio. Ayer, el primero salió cargado por penitentes de la cofradía hermanada con la del Silencio, la de Minerva y la Vera Cruz de León, de negro de la cabeza a los pies. Otros años lo hace montado en su trono.

La Virgen de la Amargura sí se paseó en su trono, cargada a los hombros por dieciocho cofrades, el mismo número que se hizo cargo del paso del Flagelado.

La imagen salió con su larga capa morada de terciopelo, un rosario entre las manos y un arreglo de rosas de color rosa pálido a los pies. Por sus dimensiones, requería un esfuerzo adicional de los cofrades en los giros y las maniobras a lo largo del trayecto, que era agradecido con generosos aplausos.Los niños, partícipes

Los niños de la Cofradía del Silencio procesionan con el rostro oculto bajo el capirote morado, como los adultos, y ayer se les volvió a encomendar, como ya es costumbre, que portaran los símbolos de la Eucaristía y la Pasión, como el pan y la corona de espinas.

En la procesión participó un representante de la Guardia Civil y también los veteranos del cuerpo de Paracaidistas del Ejército español. El párroco José Ramón Garcés también se unió a la marcha.

La Cofradía del Silencio se fundó en el año 1945. Su historia está ligada a la parroquia de la Corte y muy vinculada a la antigua Fábrica de Armas.