Un grupo de científicos del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) ha descubierto un nuevo mecanismo de acción del metoprolol, un fármaco empleado desde hace más de 30 años, que cuesta menos de dos euros y que ha mostrado su capacidad de reducir un 25 por ciento el daño producido durante un infarto si se administra precozmente. Del equipo liderado por Borja Ibáñez, director del departamento de Investigación Clínica del CNIC, forma parte el ovetense José Manuel García Ruiz, cardiólogo del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).

El grupo de científicos ya había publicado en 2013 el sorprendente efecto del metoprolol, un fármaco cuyo interés comercial era en aquel momento prácticamente nulo. Perteneciente a la familia de los betabloqueantes, desde hace décadas venía utilizándose para el tratamiento de la hipertensión arterial y de otras enfermedades cardiovasculares. También se empleaba para el infarto, pero en un momento bastante posterior al colapso cardíaco.

La novedad, publicada en la revista "Nature Communications", radica en que los investigadores han logrado esclarecer la razón por la que este medicamento resulta tan beneficioso: porque la administración rápida de metoprolol durante un infarto inhibe directamente la acción inflamatoria de los neutrófilos, un tipo de células sanguíneas. Esta disminución de la inflamación se traduce en una reducción del daño final en el corazón. El hallazgo abre un escenario de nuevas aplicaciones para una estrategia farmacológica sencilla, segura y de bajo coste.

"El tamaño del infarto es un determinante mayor en el pronóstico vital de estos pacientes: a mayor infarto, mayor morbilidad y mortalidad", declaró ayer a LA NUEVA ESPAÑA José Manuel García Ruiz. El cardiólogo del HUCA precisó que "lo que hemos observado con la administración de metoprolol es que somos capaces de atenuar la respuesta inflamatoria de los neutrófilos y con ello reducir el tamaño del infarto en nuestros pacientes". Los investigadores también han demostrado que la administración precoz de metoprolol "aturde' a los neutrófilos, de modo que las secuelas del infarto se reducen. "La caracterización de este mecanismo de acción abre la puerta al refinamiento de nuevas terapias capaces de reducir el tamaño de infarto de nuestros pacientes y con ello, a mejorar el pronóstico vital tras un infarto agudo de miocardio", subraya García Ruiz.

El infarto agudo de miocardio es una patología grave con una incidencia alta en España: se estima que más de 50.000 personas sufren un infarto cada año en nuestro país. En los últimos tiempos se ha avanzado mucho en su tratamiento, especialmente gracias al uso extendido de la angioplastia coronaria, intervención con catéter que restablece el flujo sanguíneo de la arteria obstruida en el corazón. Sin embargo, muchos supervivientes sufren secuelas graves en el corazón que limitan su calidad de vida y generan un alto coste al sistema sanitario. La búsqueda de tratamientos que puedan limitar las secuelas irreversibles tras un infarto es un campo de extremada relevancia desde un punto de vista asistencial, pero también tiene importantes aspectos socioeconómicos.

El doctor Valentín Fuster, director general de CNIC y Premio "Príncipe de Asturias" de Investigación, también participante en este trabajo, enfatizó que "la tecnología de imagen presente en el CNIC nos ha permitido conocer de manera muy concisa el estado del corazón de pacientes que han sufrido un infarto", ayudando así a descifrar el nuevo mecanismo de acción.