El taxista que sufrió un secuestro a punta de pistola el 26 de marzo cuando estaba en la parada de la calle Alonso Quintanilla no ha vuelto a ponerse al volante de su vehículo de trabajo -un Toyota Auris- desde entonces. Según sus compañeros, sufre ansiedad y ha preferido dejar al cargo a un empleado para sacar rendimiento al coche.

Apenas unas horas antes de que ayer la Policía Nacional detuviese en Gijón al asaltante, sus colegas de profesión aseguraban no saber nada del taxista a excepción de que mantiene una vida tranquila junto a su mujer e hijos. J. A. G. G., de 47 años, fue encañonado por su captor durante casi tres horas y sufrió duras amenazas durante el trayecto como: "Obedece o te pego dos tiros".

LA NUEVA ESPAÑA habló con él cuatro días después del suceso. En una escueta conversación se limitó a agradecer el apoyo recibido por parte del colectivo del taxi y de sus amigos, e insistió en que prefería guardar silencio sobre lo ocurrido y no dar detalles de lo que vivió aquella noche de domingo para "no dar carnaza" a la opinión pública. Las muestras de cariño desbordaron al taxista, que recibió continuos mensajes de ánimo para que se recuperase lo antes posible y superase el bache.

El empleado de la víctima, que estaba de baja por enfermedad la noche del secuestro, ha vuelto a circular por la ciudad con el taxi mientras el dueño de la licencia se repone. De hecho, este periódico localizó el vehículo cuando circulaba por la calle Celestino Álvarez, en el barrio de Montecerrao. Sin embargo, los telefonistas de la centralita de la compañía Radio Taxi Ciudad de Oviedo aseguraron las semanas posteriores al secuestro que ese coche estaba ilocalizable. "No puedo decirle si está de servicio en este momento, empieza más tarde o no trabaja". En la actualidad, el taxi circula normalmente por las calles de Oviedo y nada hace sospechar que fue el instrumento de un secuestro.