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Ideas para el Cristo-Buenavista

A la reconquista del esplendor

El traslado del HUCA marcó un punto de inflexión en la zona, que ahora necesita equipamientos, nuevas áreas de convivencia y mayor integración con el centro urbano

El antiguo Hospital General de Asturias.

Los barrios del Cristo y Buenavista, situados en la parte alta de la ciudad, comparten calles y equipamientos, además de un pasado esplendoroso, un presente incierto y un futuro esperanzador. Fue en los años 60 cuando se inauguró el Hospital Central de Asturias. La vida hasta entonces apacible en los fértiles terrenos de Truébano que ocupaban las caserías en las que se cultivaban trigo, maíz, hortalizas, cambió irremediablemente.

En los años 90, con la fusión de los tres hospitales, el Hospital Covadonga, el Hospital General de Asturias y el Instituto Nacional de Silicosis, nació el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), hecho que marcó las pautas de una nueva manera de expansión y vida en el barrio.

A partir de estos años, la vida se vertebró en torno al hospital. La construcción de viviendas vino a remplazar a las casinas con "praos", para albergar a una población flotante, en su mayoría profesionales de alto nivel adquisitivo, personal sanitario o visitantes. Esto conllevó un crecimiento del sector servicios, comercios, hostelería y ocio que vivieron su época floreciente. El bullicio y la alegría a cualquier hora del día era notable, las personas del barrio tenían todas sus necesidades cubiertas y no necesitaban desplazarse al centro.

Infraestructuras como la plaza de toros o el antiguo campo de fútbol Carlos Tartiere recibían visitantes de toda la metrópoli para asistir algún evento.

Equipamientos como los colegios públicos Buenavista I y II, el Baudilio Arce, la Escuela Oficial de Idiomas, la Escuela de Bellas Artes y, sobre todo, el campus universitario del Cristo hicieron de estos enclaves una zona universitaria, donde los estudiantes tenían a su alcance ocio, entretenimiento, instalaciones deportivas y alojamiento al lado de sus facultades.

Pero toda esta actividad incesante, el aumento de la población joven que vivía en la zona y el crecimiento de todo tipo de negocios, cesó con el traslado del centro sanitario a La Cadellada.

Sin haber llevado a cabo estudios sobre cuáles serían las secuelas que tendría ese traslado, sin prever una alternativa que diese viabilidad y esperanza a la zona y que generase un futuro, pasamos de ser un barrio esplendoroso y que vivía sin mirar atrás a un barrio que intenta luchar por recuperar su actividad económica, un barrio con un futuro prometedor, recuperando espacios que componen un conjunto de potenciales lugares de uso público y de recuperación de la memoria del entorno.

Asistimos a un declive del barrio, con todo lo que eso supone. El envejecimiento de la población es notorio. Estas personas carecen de un espacio de convivencia y tienen que usar la calle Julián Clavería como lugar para socializar. Se hace necesario crear un centro intergeneracional equipado con biblioteca, salas de estudio para los universitarios, salas polivalentes para teatro, cine conciertos, en definitiva, un espacio donde se relacionen personas de todas las edades.

Debemos aprovechar el campus universitario para crear un centro de investigación y desarrollo científico que logre frenar la fuga de investigadores y optimizar sus conocimientos.

También es urgente favorecer al pequeño empresario con incentivos que hagan atractivo abrir negocios en la zona e intentar atraer nuevos modelos de formas de ocio, dónde la participación de los más jóvenes sea más visible. Como ciudadana de Oviedo y vecina del barrio, considero que se debe mejorar la relación de la zona con el resto de la ciudad. Hasta ahora había un muro invisible que impedía la integración en el núcleo urbano.

Todo eso podría mejorarse con la creación de itinerarios peatonales y ciclistas desde el Cristo, a través de Llamaquique hasta el Campo San Francisco; viales de conexión N-S de doble sentido que mejoren la comunicación entre barrios y aparcamientos disuasorios que faciliten el uso del transporte público, favoreciendo la movilidad.

Es indudable que la zona necesita un proceso de dinamización que ayude a recuperar el tejido comercial, que fije la población joven en la zona y que atraiga a los universitarios con la creación de empresas innovadoras que dinamicen el entorno y ayuden a recuperar la actividad económica.

Es importante ayudar y animar a los que han sido capaces de resistir y seguir con su actividad económica, luchando día a día contra el desanimo y sorteando todo tipo de dificultades. Debemos hacer vida de barrio para que el tejido vecinal se involucre en esta nueva etapa, llena de retos.

Será interesante contar con la participación ciudadana por ejemplo, a través de talleres para personas mayores del barrio que den a conocer sus oficios y habilidades a cualquier persona interesada en aprenderlos, propiciando al mismo tiempo esos espacios para el diálogo intergeneracional. Se trata de una excusa para la convivencia y una oportunidad para que las formas de hacer tradicionales no se pierdan. Creo que es imprescindible crear un ambiente positivo que logre calar en la gente y devuelva la ilusión por recuperar el barrio, aunar esfuerzos y sembrar semillas para tener un mañana realista y fructífero.

En definitiva, abogo por integrar este enorme espacio en la trama urbana de la ciudad y así crear un futuro positivo, que convierta de nuevo a la zona en un referente no sólo en nuestra ciudad sino en toda Asturias.

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