"Estuve siete meses comiendo entre el personal y pasé desapercibida". Ésta es la confesión de una visitante del HUCA que durante ese tiempo tuvo que visitar a diario a su padre y no dudó en llevar la comida de casa y disfrutarla en una sala habilitada junto a la cafetería del personal.

Dicha sala, compuesta por unas mesas, microondas y otros accesorios (justo lo que reclamó sin éxito el familiar de un paciente), acoge a los muchos trabajadores y personal del hospital que no les queda otra que comer en el centro y descartan consumir los menús de la cafetería. "De los de fuera, sólo la usan algunos avispados", dicen un trabajador que utiliza a diario el local.