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CARMEN FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ

"No tengo secretos para sentirme bien a los 90, salvo vivir con salud y con paz"

"Yo guiso a mi manera, hago una cocina más sana que la de ahora, en la que son todo antojos y bollería, que no sirve más que para engordar"

"No tengo secretos para sentirme bien a los 90, salvo vivir con salud y con paz"

Pronto se cumplirán 50 años desde que Carmen Fernández Fernández se trasladó a vivir con su familia a Riosa. En noviembre esta mujer encantadora, con unos espléndidos 90 años, celebrará como quien dice las bodas de oro con sus vecinos, que la quieren y la cuidan, como ella misma dice, como si fueran su familia. Normal. Porque Carmen, Carmina, es un amor de señora, de esas mujeres que a todos nos gustaría tener de vecinas, tanto por la calidez y la bondad que transmite, como por la positividad y la buena energía que regala. "Mira, aquí cada uno pasó lo suyo en la vida. La gente me ve y me dice: ¡que bien estás! como si no tuviera dolores, pero vaya, que los tengo como todo el mundo, pero no me gusta andar quejándome. Además, yo siempre tengo cosas que hacer. Acabo una y ya empiezo otra. Nunca tuve catarros, y gripe sólo una. Soy poco amiga de las medicinas, por eso los dolorinos los aguanto. Eso si, cuando me da lo que yo digo el tormento, entonces tomo una pastillina", dice ella sonriendo.

A su ventana se asoma, cada cierto tiempo, la gente con quien comparte el día a día. Se nota que la quieren. "Sí, se preocupan por mi. Siempre están pendientes y, si por ejemplo no subo la persiana a cierta hora, hasta se preocupan. ¿Dónde tará Carmina?, sobre todo si tardo cuando toca ir a jugar al bingo o a la lotería con algunas vecinas, que lo hacemos algunas tardes", matiza ella mientras cocina los arbeyinos con jamón, un plato que gusta a toda su familia, pero especialmente a su nieta María. Porque además Carmen Fernández presume, porque puede, de una gran familia. Sus hijas María José y Rosi le han dado cuatro nietos: María y Diego la primera y Marcos y Liliana, la segunda. Esta última está casada con David y ambos son los padres de sus biznietas: Iris y Daniela. "Y además mis yernos, que son maravillosos, solo me faltó parirlos. Yo soy la madre de todos ellos", dice Carmen que tiene que contener las lágrimas, pues se emociona al recordar a Amador y Antonio, los maridos de sus hijas María José y Rosi respectivamente, a quienes adora y le adoran.

Nacida en Trubia, donde vivió una parte importante de su vida junto a Marcelino, fallecido hace 16 años y a quien siempre tiene presente en la conversación con una querencia y nostalgia palpable, recuerda sus raíces con cariño, así como aquella casa que su marido levantó con sus manos. "Es verdad que me siento muy feliz en Riosa, donde vinimos por el trabajo de mi marido, pero Trubia me sigue tirando. Es donde nací, normal, y allí sigue estando aquella casa. Aún sigo yendo de vez en cuando por mi vecina de abajo, que aún vive allí. Me gusta mucho visitarla".

Carmen Fernández es una cocinera fantástica. Y lo matiza. "Yo cocino como antes, a mi manera, caserino. Cuando vivía mi marido me levantaba todos los días a las siete de la mañana para hacerle churros con chocolate. Era muy llambión. Brazu gitana y hasta tortillas dulces le hacía. Yo cocino a mi manera y como aprendí en casa, con alimentos sanos. Ahora todo son antojos y bollería que no sirve más que para engordar". Ella, amante del orden y las camas bien hechas, celebró por tres veces su 90 cumpleaños. Primero con las amigas y dos días con su familia. Su fórmula para llegar a esta edad con esa preciosa sonrisa y esa alegría que contagia es la siguiente: "No tengo ningún secreto. Teniendo salud y paz vivo fenomenal".

Elaboración

En una pota se ponen a cocer los guisantes, que estarán en su punto tras 20-25 minutos, dependiendo de los guisantes y del calor del agua.

Mientras tanto, y en una sartén, se echa un poco de aceite de oliva, como unas cuatro cucharadas o así. Cuando esté caliente se incorpora, bien picadín, el ajo y la cebolla. Se pone a fuego medio para que no quemen. Cuando este ya todo pochadino y casi cocido se incorpora un chorrín de vino blanco. Manteniendo un fuego medio, no alto, pues se puede quemar, se espera a que engorde la salsa y se añaden igualmente los tacos de jamón serrano o natural.

Una vez todos los ingredientes mezclados, lo último en añadirse

es el tomate natural triturado. Aproximadamente 1/2 bote, procurando que quede espesín, no muy caldoso. Una vez que esté toda la salsa hecha se añaden los guisantes, previante cocidos, y se mezclan con cuidado que no se rompan. Se decoran con pequeñas lonchas de jamón frito por encima de los guisantes. El plato de hoy es para servir como primero en una comida del día, para tres personas aproximadamente.

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