Las cuatrocientas personas que habían peregrinado hasta el Cristo del Naranco para asistir a la tradicional misa junto al Sagrado Corazón escuchaban con atención a José Manuel Peco, director diocesano del Apostolado de la Oración. Y el también párroco de la Inmaculada aprovechó la ocasión para hacer con su sermón un alegato contra la soledad. "¿Qué mundo estamos construyendo si las cosas triunfan y pierden las personas?", destacó el orador para invitar a los presentes a reflexionar sobre una sociedad en la que "parece que estamos todos conectados y, sin embargo, hay gente que está sola e incomunicada". Y con ese mensaje se fueron a casa quienes participaron en la edición número 36 de la Jira del Naranco, a la que muchos llegaron en transporte público.

El Ayuntamiento de Oviedo colaboró con el evento y facilitó que varios autobuses de TUA saliesen desde la plaza de América y acercasen a los fieles al Pico Paisano, el balcón más alto de la ciudad y al que se asoma de forma permanente el Sagrado Corazón. Una de esas personas fue Mari Cruz González, que se recupera de la operación de rodilla que le fue practicada hace un mes. No quiso, sin embargo, perderse la jira. "Soy muy devota", señaló la mujer de 68 años, apoyada en sus muletas. Salió de su casa de Ciudad Naranco para realizarse unas curas en el ambulatorio de La Lila y caminó luego para coger el autobús. Subió la última cuesta desde el aparcamiento al monumento sin dar mucha importancia a su esfuerzo. "No es para tanto", señaló Mari Cruz González, que no quiso perderse una jira que comenzó a celebrarse en 1981, cuando finalizó la construcción del Cristo del Naranco.

La pianista Purita de la Riva, que ha sido testigo de toda la historia de la celebración religiosa y los orígenes del Sagrado Corazón, tampoco faltó a la cita. "En un acto en la Catedral, el obispo Benjamín de Arriba y Castro insinuó que se hiciese un monumento similar al que tiene Río de Janeiro y otras ciudades españolas", volvió a recordar. Una devota recogió la idea y la llevó a la orden de los jesuitas, que le comunicó que no tenía fondos. Se comenzó después un proceso para recaudar dinero, en el que participó de forma muy activa el Centro Asturiano de Madrid y al que Purita de La Riva estuvo muy ligada desde el principio. La primera piedra del monumento financiado por los fieles, que tiene en su base una piedra de Covadonga y tierra de todos los concejos asturianos, se colocó en 1963 y las obras duraron 18 años. Cuando acabaron los trabajos nació una jira para la que la pianista, "una devota que echa una mano en la organización", quiere asegurar el futuro: "Nos gustaría que viniese más gente joven para que siguiese la tradición".

Más chicos y chicas como Carmen Llorca, Claudia Pisa y María Díaz-Ordoñez, de 2º de ESO del colegio San Ignacio, gestionado por los jesuitas, que leyeron las peticiones durante la misa. "Es la primera vez que venimos, nos preguntaron y nos animamos a participar", señalaron las tres jóvenes, que peregrinaron desde los monumentos prerrománicos con sus familias. "No fue nada duro", indicaron.

Entre quienes colaboraron en el evento religioso estuvo también Josina Villanueva, que alargó la caminata y partió con su marido desde el centro de la ciudad. "El Naranco es un tesoro", destacó esta vecina, para añadir que el paseo "aunque sea cuesta arriba, es muy bonito". Es miembro de un grupo que se conoce como 20.45, ya que acude los domingos a esa hora a la misa que se celebra en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, junto a Salesas. Sus miembros colaboran en multitud de actividades y ayer colocaron sillas e hicieron otras tareas de organización. Un buen ejemplo para poner cara a la petición del párroco José Manuel Peco de dejar lo material a un lado y abrirse a la sociedad para luchar contra la soledad.