Uno de los dos detenidos a raíz de la brutal paliza que sufrieron dos jóvenes ovetenses durante las fiestas de La Corredoria -un varón de 19 años que responde a las iniciales J. V. F.- ha reconocido ante el juez que él fue uno de los agresores y ha aceptado una pena de dos años de cárcel durante el juicio rápido celebrado en el Juzgado de lo Penal número 4 para esclarecer las causas. Además, el acusado también tendrá que afrontar cuatro meses de arresto, que conllevan a su vez una multa diaria de diez euros, por dos delitos de robo con intimidación y lesiones.

Pero el joven no entrará en prisión. La Fiscalía y el juez acordaron la suspensión de la ejecución de la condena tras haberse comprometido J. V. F. a resarcir el daño causado a las víctimas, a las que deberá indemnizar económicamente una vez que se recuperen por completo de las secuelas. La Policía también detuvo en su día a una menor de 17 años en relación a estos hechos, pero quedó en libertad bajo las custodia de sus padres y a expensas de nuevas pruebas que determinen su grado de participación en los hechos. La Policía sigue buscando a "al menos" otros "cuatro o cinco" jóvenes que también habrían golpeado a las víctimas para robarles sus carteras, teléfonos y otros objetos de valor.

Los hechos ocurrieron alrededor de las cuatro de la madrugada del sábado 24 de junio (viernes por la noche).Las víctimas habían ido a las fiestas de La Corredoria con más amigos, pero el joven agredido "tenía que trabajar" al día siguiente y decidió irse antes. No había bebido alcohol y su amiga decidió marcharse con él, que se había ofrecido a dejarla en casa. Cuando iban hacia el vehículo aparecieron los agresores -los denunciantes aseguran que había al menos tres hombres y tres mujeres, algunos menores- y les pidieron a gritos que les entregaran todo el dinero que llevaban encima. No tuvieron mucha paciencia. Sin mediar palabra, una de las agresoras cogió del pelo a la chica, la tiró al suelo y comenzó a golpearla con tal fuerza que le hizo "sangrar por la boca y por la nariz".

A partir de ahí comenzó la odisea. Al ver que el grupo se estaba ensañando con su amiga, D. M. D. trató de protegerla, pero comenzaron a lloverle los golpes. Le dieron patadas en la cabeza, le golpearon con un palo y hasta "con un cinturón". Cuando pensaba que todo se había acabado le pusieron una navaja en el pecho para amenazarlo. "Pensé que nos mataban. Uno de ellos me cogió incluso por el cuello para estrangularme y me hizo perder momentaneamente el conocimiento", explicó en su día el agredido durante una conversación con LA NUEVA ESPAÑA. El joven sólo pedía justicia. "Sólo quiero que los encuentren y que paguen por lo que nos hicieron como se merecen", repite.