En 1967, envuelta en el desasosiego del desamor, Violeta Parra privaba al mundo de su existencia tras varios intentos de suicidio. La vida de la cantautora chilena se apagó entonces, pero no su música que, ayer, 50 años después, el grupo "Huylca" (sagrado, en lengua quechua) acercó a un entregado público ovetense que apenas dejó sillas libres en el patio del Edificio Histórico de la Universidad. Niños, mayores e incluso algún turista curioso (palo para selfies en mano), atraído por la música que salía por las puertas del claustro de la antigua Facultad de Derecho, disfrutaron de la música folclórica latinoamericana en una tarde en la que el verano dejó ver su buena cara en la capital asturiana.

Además de hacer un recorrido biográfico y musical de la precursora del movimiento de la Nueva Canción Latinoamericana, el repertorio del grupo folclórico, originario de León, también incluyó temas del célebre cantautor y poeta Víctor Jara, torturado y asesinado por militares durante el golpe de estado del general Augusto Pinochet en 1973. Todo ello fluyó a través del sonido de los instrumentos típicos de la región sudamericana, como el bombo, la quena, el charango y la flauta de pan o siku. Así, el público se sumergió durante poco más de una hora en el Chile de la época y en el mundo de los nativos andinos.

Dejado atrás el amor y las penurias de Violeta Parra el concierto fue adquiriendo cierta nota reivindicativa, al son de las letras que denunciaban la situación de los mineros, labradores y obreros chilenos y que aludían, como "El Aparecido" de Jara, a mitos revolucionarios americanos como el mismísimo Che Guevara.

El colofón al concierto lo puso "Gracias a la vida", compuesta por Violeta Parra y que se trata de un auténtico llamamiento al optimismo y una suerte de testamento vital que la cantante dejó un año antes de quitarse la vida. Popularizada, entre otros, por Mercedes Sosa, la canción levantó a los asistentes de sus asientos, que ovacionaron a "Huylca". Por su parte, el grupo respondió a los "¡Otra, otra!" que les llegaban desde la audiencia con un tema del argentino "Chacho" Echenique. Este bis narraba la curiosa historia de una mujer indígena que servía en casa del propio compositor y que mezclaba el catolicismo con sus tradiciones indígenas.

En palabras del propio fundador del grupo, José Antonio Otero, fue una tarde "para el recuerdo"; y es que la actuación no sólo sirvió para homenajear a los cantantes chilenos, sino que más de un espectador reconoció en ella melodías y letras de su juventud. No fueron pocos los asistentes que, imbuidos por la nostalgia de temas como "Te recuerdo Amanda" o "Plegaria a un labrador", movían sus labios recitando la letra al ritmo de los músicos del escenario.

Entre ellos estaba la teniente de alcalde, Ana Taboada, "emocionada" con una música que afirmó escuchar "desde siempre" y que le pareció muy importante por su reivindicación "de la unidad de la clase trabajadora". La concejala de Somos incidió también en la "variedad y diversidad cultural" del programa de estos conciertos, "en un lugar tan especial", y destacó sobre todo la importancia del acceso libre a estas actuaciones, que permiten acercar la cultura a todos los ciudadanos.

Finalmente, un nuevo y sonoro aplauso puso fin al segundo concierto del festival de verano que arrancó anteayer su vertiente musical tras los muros del histórico claustro de la Universidad.