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Cuarenta años del expolio de la Cámara Santa

El robo que ayudó a fraguar la autonomía

El saqueo de la Catedral espoleó el sentimiento nacionalista de los asturianos, que se echaron a la calle con banderas y proclamas a favor del autogobierno

En el centro, Rafael Fernández, presidente preautonómico, ante la Cruz de la Victoria recién restaurada. Con él, de izquierda a derecha, el gobernador civil de Asturias, Aparicio Calvo-Rubio; el presidente de la Diputación Provincial, Agustín Antuña, y el alcalde de Oviedo, Luis Riera. LNE

"Minutos después de las siete y media de la tarde partió del paseo de los Álamos de Oviedo la manifestación convocada por la Asociación de Amigos de la Catedral, a la que se habían sumado casi todos los partidos políticos, centrales sindicales, asociaciones de vecinos y culturales así como otras entidades regionalistas. Unas cuatro mil personas se habían concentrado en la salida de la manifestación portando banderas de Asturias, banderas de los partidos y pancartas alusivas al expolio de la Cámara Santa y en defensa de todo el patrimonio asturiano". Eso sucedía el jueves 18 de agosto de 1977, siete días después del expolio de la Cámara Santa. No había rastro del ladrón ni de lo robado y los asturianos salían de la estupefacción y se echaban a la calle.

La manifestación en defensa del patrimonio regional discurrió por la calle Fruela hasta la plaza del Ayuntamiento, para acabar en la plaza de la Catedral. Tenía un cariz nacionalista, con banderas de Asturias, de los partidos políticos y los sindicatos. Entre ellos estaba el Partido Comunista, protagonista incuestionable de la transición en Asturias y en España. Se gritaron proclamas a favor del autogobierno y al estatuto de autonomía y la Cámara Santa, y su profanación, se convertía así en símbolo del sentimiento nacionalista ultrajado de los asturianos.

Ramón Cavanilles, que era el presidente de Amigos de la Catedral, comenzó su discurso diciendo que la movilización era apolítica. Puede que ningún grupo la monopolizase y que estuviera abierta a todo tipo de organizaciones pero su carga política era evidente. El propio Cavanilles se refirió al país y al pueblo asturiano, retando al poder centralista: "Los asturianos reclamamos para nosotros el mismo derecho de autogobierno que exigen los demás pueblos del Estado español", y exigió la reinstauración de instituciones seculares como la Junta General del Principado. "Asturianos, por el resurgir de nuestro pueblo y por que ocupe el lugar que le corresponde en la historia, gritemos unidos: ¡Viva Asturias!", terminó su arenga.

Un mes después, en septiembre, se instauró en Asturias el régimen preautonómico que culminó en el estatuto de 1982. En aquel otoño de 1977 se constituyó el Consejo Regional de Asturias y Rafael Fernández debutaría como presidente preautonómico. Difícilmente la Cámara Santa y su expolio podían evitar acabar envueltos en el torbellino nacionalista.

Manuel Fernández de la Cera, que entonces era profesor de bachillerato en Gijón y que se movía en los círculos del Partido Socialista Popular, asistió a aquella manifestación y a las tensiones entre Iglesia y Estado. En aquella época, el espíritu laico alentaba la sociedad y ésta quería que las relaciones entre ambos se clarificaran. Trasladado al asunto de la Cámara Santa, eso significaba que el Estado debía contribuir a conservar su patrimonio pero se exigía a la Iglesia, instrumentalizada por el régimen franquista, que asumiera sus responsabilidades. Fernández de la Cera destaca, en lo que a ese punto respecta, el papel del arzobispo Gabino Díaz- Merchán. "Tenía una gran talla moral e intelectual, y se entendía muy bien a los políticos, con Rafael Fernández entabló muy buena relación", cuenta.

Todo estaba muy politizado entonces, corrobora el periodista Carlos Rodríguez, que siguió la información del robo para LA NUEVA ESPAÑA. La opinión pública estaba muy viva y aunque ya había habido manifestaciones en la calle, la de la Cámara Santa, con cerca de cuatro mil personas, fue una de las más multitudinarias. Por aquella vez, bajo el signo de la cruz las banderas rojas ondearon ante la Catedral.

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