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Los skaters avisan: "Si no lo mantienen, el skatepark no dura ni un año"

"Lo que el Ayuntamiento no arregle ahora costará el doble más adelante", advierten los patinadores

Uno de los usuarios del skatepark del Parque de Invierno intenta un truco. RUBÉN VEGA

Hace sol y un grupo considerable de chavales con sus patines se desliza por el skatepark del Parque de Invierno, una flamante instalación municipal que llegaba para aliviar las necesidades de los skaters ovetenses. Cuatro meses después, aunque agradecen lo que tiene, "que es mejor que lo de antes", los dueños de tablas ven más luces que sombras en las instalaciones y advierten de que, sin el mantenimiento correcto, "esto no dura ni un año".

Dicen los skaters que hay motivos para alarmarse. "Está sin terminar. El parque lleva abierto desde abril y como siga en estas condiciones, dentro de un año no se va a poder ni patinar", señala Alberto Arias, un skater local con varios años de experiencia a sus espaldas. "Claro que preferimos esto a lo que había antes, pero ya que se han gastado doscientos mil euros, que lo hagan bien y no dejen el plan a medias", pide Andrés Castro, otro skater que patina las calles de Oviedo y sabe de qué va el tema. "Si no, luego van a tener que invertir el doble en mantenimiento", añade.

Lejos quedan ya los tiempos del patín como deporte minoritario. Cuando "paisanos de los de antes" se quedaban mirando a esos chavales que bajaban las cuestas sobre una tabla con ruedas. Por entonces, Estados Unidos era la única referencia y los "sancheskis" estaban a la orden del día. Se construían rampas "tochas", desproporcionadas y de tosco material, lo que inconscientemente llevaba a relacionar esta práctica con la imagen de un adolescente escayolado. Apenas dos décadas después, el skate ya no representa un estilo de vida exclusivo de la gente joven. Hay escuelas, tiendas y una fuente de conocimiento inagotable en internet. Los Ayuntamientos ponen buen ojo a la hora de abrir instalaciones fuera de peligro, con mini-rampas de "algodón" que facilitan el aprendizaje y, al mismo tiempo, evitan accidentes problemáticos. De ahí sale el skatepark del Parque de Invierno, que sustituyó a la vieja "U" del Campo San Francisco, el "Sanfran" entre los que patinan.

Pero entre los skaters de la ciudad anidan las dudas y surgen las críticas hacia un equipamiento que no les acaba de convencer. Cuenta que el suelo tiene muchas fisuras y que en algunas zonas "parece lija". Muchos accidentes aseguran, se producen porque alguien traba las ruedas del monopatín y sale despedido. Lo normal en una caída es resbalar con las rodillas para no lesionarse, pero en las instalaciones del Parque de Invierno si alguien resbala de esta forma corre el riesgo de despellejarse las piernas. "Este tipo de cemento necesita un pulido especial", explica Alberto Arias. Las barandillas tampoco cuentan con la fijación adecuada. Cada vez que los skaters las "grindan" -o deslizan por ellas-, se tambalean como si fueran a soltarse de un momento a otro. El "coping" -vértice metálico de las rampas-, en las "minis", está despegado desde que lo instalaron, añaden los skaters. Y el terrado que se extiende sobre ese mismo módulo también concita bastantes quejas. "Si llueve se embarra entero". Por último, la planificación del área del "bowl" -con estructura de semi-piscina, "deja mucho que desear", según los asiduos al skatepark. "Las transiciones son muy grandes para un principiante y muy pequeñas para un veterano, haría falta más variedad", dice Arias. "Además, el suelo está inclinado hacia la derecha".

Los skaters también tienen sus tradiciones y el nuevo skatepark no les ha hecho olvidar la plaza de España, "un spot -o ubicación para hacer skate- donde se ha patinado toda la vida", apunta Andrés Castro. "Desde la inauguración del skatepark nuevo, han multado allí a unos cuantos. Quieren alejarnos, pero somos skaters 365 días al año", afirma. rotundo.

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