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La Casa de Peón, en Porlier, a un paso de cambiar de manos tras 334 años

Los descendientes del Duque de Estrada y del Conde de Toreno ponen a la venta el inmueble, construido sobre un palacete del siglo XVII

La Casa de Peón, en la plaza Porlier. L. B.

El edificio número 7 de la plaza Porlier, también conocido como la Casa de Peón, busca nuevos dueños tras más de tres siglos bajo la propiedad de la misma familia. Los descendientes de Don Pedro de Peón y Duque de Estrada y del tercer Conde de Toreno tienen en venta la totalidad del inmueble situado, precisamente, justo al lado del palacio de los Condes de Toreno, actualmente sede del RIDEA. Los dueños se niegan a desvelar el precio, aunque algunas fuentes apuntan que podría rondar los seis millones de euros.

La intención de la familia por desprenderse del edificio, de 2.300 metros cuadrados, se remonta a hace seis años, si bien en los últimos meses han intensificaron los esfuerzos por cerrar la venta. Según indican los propietarios existen varias ofertas y negociaciones muy avanzadas para la transacción, al menos, para la mitad de un inmueble levantado en el año 1858 sobre un palacete erigido por la misma familia en el siglo XVII.

Los orígenes de la construcción, protegida oficialmente, se remontan al matrimonio celebrado en 1683 entre el capitán Pedro Antonio de Peón y María Francisca Teresa Queipo de Llano y Doriga Malleza, hija del tercer Conde de Toreno. Por aquel entonces, la pareja decidió levantar un palacete junto a la actual sede del RIDEA y, desde entonces, el edificio ha pertenecido a las sucesivas generaciones de la familia. A lo largo del tiempo ha sido objeto de varias reformas, como la construcción de la primera fase del actual edificio en 1858, o los trabajos ejecutados en 1935 para levantar el tercer piso del inmueble y el ático.

Ahora, la propiedad, repartida entre al menos dos hermanos, quiere dar salida a un bloque en el que se distribuyen dos viviendas de 448 metros; otras dos viviendas de 127 y 185 metros, respectivamente; cuatro locales comerciales y una oficina, también de 448 metros. Son tres alturas, en las que han vivido algunos miembros de la estirpe en los últimos años. Además, el edificio dispone de una guardilla y de unos bajos en los que hay instalados algunos negocios en régimen de alquiler.

En un primer momento, se había puesto como condición la venta del edificio en un mismo lote, pero las dificultades para deshacerse del mismo, unidas a la necesidad de realizar todavía particiones correspondientes a las herencias, llevaron a los propietarios a abrirse a la posibilidad de dividirlo en dos.

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