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Un edificio de 128 años en el que no se genera polvo y no se enciende la calefacción en invierno

Quien le iba a decir a Juan Miguel de la Guardia que el edificio que diseñó a finales del siglo XIX -el inmueble data del año 1889- iba a acabar convirtiéndose en un estandarte de la modernidad después de llevar en pie 128 años y de haber soportado pruebas tan duras como la Revolución del 34 o la propia Guerra Civil. Con la nueva reforma, en el edificio no hará falta encender la calefacción durante los meses más duros del invierno, ya que el aislamiento térmico de las "casas pasivas" se traduce en pérdidas de calor muy limitadas, siendo las necesidades de calefacción casi nulas. Además, mediante el sistema de recuperación de calor se consigue atemperar el aire que se introduce en la vivienda aprovechando la energía calorífica del aire que se extrae antes de expulsarlo al exterior. Con los sistemas de ventilación mecánica que incluyen los inmuebles "passivhaus" se realiza una renovación continua y controlada del aire interior de la vivienda, de manera que se garantiza la buena calidad del aire en la vivienda.

Este sistema también incorpora un sistema de filtros que depura el aire, evitando la entrada al interior de la vivienda de partículas contaminantes o que pueden producir alergias como granos de polen, polvo o ácaros. Para que todo esto sea posible, las "casas pasivas" suelen contar con puertas y ventanas que permiten un gran aislamiento, no en vano, desde un punto de vista térmico, pueden ser uno de los puntos débiles de una vivienda com focos de posibles pérdidas de calor. Otra de las claves es eliminar cualquier puente térmico.

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