Con unos minutos de retraso, los padres subieron a hombros a sus hijas. Ese era el momento en que Jesús y Daniel Oviedo salieron al escenario. Era el turno de "Los Gemeliers", que recogieron el testigo del concierto de música folk. Las entregadísimas fans que poblaban la Plaza de la Catedral de Oviedo no daban abasto. Entre los gritos descontrolados y los piropos, apenas alcanzaban a entonar los temas de sus ídolos.

Con estética algo más adulta que hace años, cazadora de cuero y pantalones rotos mediante, los andaluces comenzaron a calentar la noche ovetense con su canción "Soy yo". El juego de luces iluminaba la plaza en penumbra pero nunca silenciosa. Un rumor llenaba el ágora cuando las fanáticas de los sevillanos se percataron de que había un sofá blanco en medio del espectáculo. Lo que indicaba que a lo largo de la noche, más de una fan se subiría al escenario para canturrear alguno de los temas del dúo.

El evento continúo con más canciones como "Dime cómo es él o "Escaparme contigo". Los gemelos animaban la noche y el summun para las presentes llegó cuando micrófono en mano reconocieron "estar muy orgullosos de llevar el apellido Oviedo".

Decían en una entrevista anterior a LA NUEVA ESPAÑA que pretendían hacer un show más maduro. Sin embargo, en la previa, algunos de sus fans todavía jugaban al pilla-pilla. Hablar de este concierto es hacerlo también de su ambiente anterior. La Plaza de la Catedral se empezó a poblar desde horas antes. Hacia las siete, lo que luego fueron las primeras filas, ya estaban ocupadas por adolescentes, sobre todo chicas. Las hay que acababan de llegar. Como Lucía Monasterio y Elvira Vals, de 15 y 16 años. La primera estaba allí porque "no le quedaba más remedio". En realidad, a quien ella quería ver era a Beret. Pero su camarada sí que era "muy fan".

De fondo, se oían gaitas sobre el campamento base de las fans. Bricks de zumo y bolsas de una cadena de comida rápida eran los residuos que producía el asentamiento. Ni rastro de cerveza ni de humo de tabaco para amenizar la espera. El cuadro desde lejos era llamativo. En realidad, las incondicionales ocupaban el único espacio que podían. Estaban encajonadas por el escenario sobre el que los músicos de folk ultimaban sus pruebas. Y por sus padres en el otro extremo. Daños colaterales en forma de adulto con gesto estoico, asumiendo que no les quedaba más remedio que aguantar.

Y es que la locura que desatan es enorme. En primera fila, doce seguidoras procedente de León y el País Vasco tratan de hacerse entender. Maider Blasco grita "que con el colgante de 'Los Gemeliers', nunca ha suspendido". "Llevamos desde por la mañana y hay unas chicas que están desde la madrugada. Queremos verles de cerca y ser 'sus' elegidas para subir con ellos al escenario". Habrá quien las censure, pero ellas no podían estar más felices de hacer lo que hacían.