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San Mateo

Slash llamando a las puertas del Pinón

En 1992 el mejor guitarrista del mundo fue un espontáneo durante el concierto de los "Stormy Mondays" en el chiringuito de Porlier

Alejandro Espina, Otero y Slash, en el Pinón. JESÚS FARPÓN

En septiembre de 1992 el piso de arriba del Pinón Folixa era el mejor escenario del mundo con el que una joven banda local como "Stormy Mondays" podía soñar. Ellos llevaban poco más de un año, pero aquel San Mateo les habían llamado para tocar un par de veces en el chiringuito. Acababan las fiestas y los del Pinón todavía les pidieron que se pasaran a dar un concierto más, el último día, el lunes 21 de septiembre. Los "Stormy" no tenían, entonces, mucho material propio. En realidad sólo tocaban un par de composiciones propias. A cambio, ofrecían al público un nutrido repertorio de clásicos del rock y la música negra.

El núcleo duro de la banda eran los guitarristas Jorge Otero y Fernando Marín y el batería Rubén Pérez Escudero. En aquellos conciertos del Pinón, Juan Arenales, profesor de guitarra de Otero, se encargaba del bajo, y Carlos Tejerina -"Chiri"-, un joven rocker colega del batería, echaba un cable con la mesa de sonido. A pesar de que Michael Jackson, había tocado esa noche en el Tartiere, la plaza Porlier estaba a reventar. Era tarde y los "Stormy" encaraban el tramo final del repertorio con una versión de "Purple Rain". Jorge y Fernando atacaban los solos kilométricos del tramo final del clásico de Prince y de pronto, allí abajo, la multitud enloqueció. Aplausos y gritos. Un jaleo ensordecedor.

"Joder, cómo molamos", pensó Fernando Marín. Jorge Otero, menos entusiasta que su amigo, trataba de buscar otra explicación. "Tan bien, tan bien, no lo estamos haciendo, debe de estar pasando algo", se dijo a sí mismo. Y Chiri, acodado junto a la mesa de mezclas, en uno de los laterales del escenario, vio aparecer por aquellas peligrosas escaleras metálicas del Pinón a dos tipos grandes y con pintas, como dos armarios rockeros. Y se dispuso a cerrarles el paso al escenario. Confusión en el escenario. Jorge Otero se acercó y uno de ellos dijo: "Es el guitarrista de Michael Jackson y quiere tocar con vosotros".

Chiri cayó en la cuenta. El año anterior los "Guns N' Roses" arrasaban en todo el planeta con el "Use your Illusion", y en los últimos meses la MTV emitía una y otra vez los vídeos de Michael Jackson "Black or White" y "Give In to Me", en los que también aparecía Slash. En todas las publicaciones lo presentaban como "el mejor guitarrista del mundo" y su aspecto era inconfudible. Sí, era él.

No hicieron falta más presentaciones. Slash se quitó la chistera cogió la guitarra de Fernando Marín (una Phoenix tipo Strato), y siguió con el solo de "Purple Rain".

Detrás de Slash también se había subido al escenario el gran Alejandro Espina para hacerse cargo del bajo. Con el último acorde, los "Stormy" miraron la hoja del repertorio. Ironías del destino, la siguiente canción era "Knocking on heaven's door", el clásico de Dylan que los "Guns N'Roses" habían devuelto a las listas de éxitos. Slash ya había cogido la Gibson Les Paul de Jorge y Fernando le preguntó, en broma, si conocía el tema. Slash hizo una mueca y se pusieron a tocar. Todavía hubo más sorpresas, porque al acabar con Dylan la mesa del equipo de voces empezó a fallar. Se había quemado un fusible. La avería permitió a Chiri probar sus habilidades y reparar el equipo con un cable en cinco minutos, los mismos que Juan Arenales aprovechó para improvisar un blues con el guitarrista de los "Guns".

Tras "El blues del fusible", la despedida la puso un "Johnny B. Goode" por el libro, y con el último guitarrazo, Slash desapareció del escenario. Dejó unos autógrafos en las guitarras de los "Stormy" que se borrarían en cuestión de minutos y su chistera olvidada hasta que alguien regresó a buscarla al instante.

Para la leyenda urbana local quedó la reventa ilegal de las colillas de los muchos cigarros que Slash se metió en los pulmones durante ese concierto de veinte minutos y cuatro canciones. Lo que es cierto es que nadie podía haber previsto que esa noche Slash estaría en Oviedo. Era la primera vez que Michael Jackson le invitaba a tocar en uno de sus conciertos dentro de su gira mundial "Dangerous". Y esa circunstancia sólo se repetiría otra vez, en el concierto que el rey del pop daría unos meses más tarde en Tokio, el día de fin de año.

Los "Stormy" no olvidaron nunca la noche que tocaron con Slash. Y parece que el guitarrista tampoco. Después de aquella noche, en una entrevista de la revista Popular 1 le preguntaron si había tocado alguna vez en España. "Sí, estuve en Oviedo con Michael Jackson. Sólo había árboles, pero en la calle había una especie de carnaval y me subí a tocar con unos tíos, fue muy divertido".

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