"Los defectos de visión, que afectan a una gran parte de la población, tienen un componente genético, aunque también influyen causas ambientales". Así lo explicó ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA Sergio Barbero Briones, científico del CSIC en el Instituto de Óptica, cuya principal área de investigación es el desarrollo de sistemas ópticos para mejorar la visión.

Barbero explicó el funcionamiento de las gafas y de los diferentes tipos de lentes que ayudan en casos como la miopía, hipermetropía o presbicia. También relacionó estos fallos en la visión con movimientos artísticos como el impresionismo pictórico. Renoir, uno de sus máximos exponentes, tenía seis dioptrías de miopía y le gustaba pintar sin gafas. "El punto de partida de sus cuadros era una realidad emborronada. Se nota en algunos lienzos, los rostros pintados de cerca se ven de forma nítida, mientras que los que aparecen más alejados se identifican muy mal". En realidad, al miope le sobra potencia óptica para ver de cerca, pero de lejos le ocurre lo contrario. A veces los problemas de visión se dan mezclados, y para eso existen fórmulas como las lentes (cuyo nombre viene de ser planas como las lentejas) progresivas, que a juicio del especialista, no son eficaces siempre. "En óptica nada sale gratis; el problema de las progresivas es que a costa de una potencia que va cambiando de manera gradual se fuerza el ojo hacia los lados y la calidad de visión puede empeorar rápidamente. Por eso el usuario a veces se adapta y otras veces no", explicó.

Barbero fue presentado por Rosa Menéndez, coordinadora científica del CSIC en Asturias, quien destacó su amplia trayectoria y aprovechó para destacar la variedad temática del ciclo de conferencias "Qué sabemos de...".