Pudieran parecer muy diferentes, pero ayer, el cantautor valenciano-catalán-vasco Paco Ibáñez y el cantautor asturiano Jerónimo Granda demostraron tener estilos compatibles y compartir un mismo público que se mostró igualmente encantado con las interpretaciones que ambos artistas hicieron de sus respectivos clásicos y alguna novedad más actual. Funcionó en el teatro Campoamor la fusión entre la poesía clásica de Ibáñez y la sorna asturiana de Granda.

Tan sólo 48 horas después de la entrega de los premios "Princesa de Asturias" y en el mismo escenario, no cabía duda de que los asistentes a este concierto mostraban un perfil muy diferente al de los que habían llenado las butacas durante la ceremonia del viernes por la tarde. La circunstancia no pasó desapercibida a Jerónimo Granda. Se dirigió al público, muy numeroso, con un teatro abarrotado, y comentó a los asistentes que habían ido "al momento verdaderamente interesante, que es la segunda parte del partido".

Arrancó Granda con un par de canciones sobre los Borbones y la Reina Letizia y ya se pudo percibir el rumbo que iba a tomar la relación entre los intérpretes y el público durante el resto de la noche. Luego, los primeros temas de Paco Ibáñez hicieron varios guiños a su mítico disco grabado en el Olympia parisino a finales de los años 60, basado fundamentalmente en clásicos de la poesía española. Todas sus canciones de anoche se apoyaron en autores como Neruda, Goytisolo o Alberti.

Antes, porque había salido primero al escenario, Jerónimo Granda había aprovechado su familiaridad con el público asturiano y el conocimiento y cariño mutuo que se profesan para ir desgranando un repertorio en el que la presentación de los temas casi toma tanto protagonismo como las propias canciones que después interpreta.

De vuelta a Paco Ibáñez, fue especialmente relevante la defensa que hizo de las cuatro lenguas que se hablan en España y que materializó en tres canciones interpretadas respectivamente en gallego, euskera y catalán, al margen del resto de repertorio de la noche, todo él en castellano.

A la hora de los bises, y como no podía ser de otra manera, el título elegido fue "A galopar". Cantó Paco Ibáñez con todo el teatro puesto en pie coreando los famosos versos de Rafael Alberti. Para entonces, Jerónimo Granda había vuelto al escenario para unirse a Ibáñez, igual que los tres músicos que le habían acompañado en algunos temas.

La totalidad del aforo vendido para un concierto de esta naturaleza refuerza la vigencia de un estilo que ha conseguido superar la prueba de las décadas hasta convertirse en simplemente intemporal. A la salida del concierto se respiraba la sensación de haber asistido a una ceremonia tanto artística como emocional.