"La vuelta del revés de Marx que supone el materialismo filosófico no tiene que ver con una transformación global de 180 grados de las tesis de Marx, que previamente había transformado a Hegel. De ser así, Gustavo Bueno sería una especie de Hegel redivivo, como le echaron en cara, y no es el caso". El profesor Tomás García López inició ayer en la Escuela de Filosofía de Oviedo de la Fundación Gustavo Bueno su cotejo del materialismo histórico y el materialismo filosófico limitado a cinco tesis marxistas, y concluyó que la visión del filósofo astur-riojano no supone un "corte epistemológico" con la tradición marxista sino "una permutación".

En otras palabras, entre las tesis del materialismo histórico y el filosófico hay, más que correspondencias, una "coordinación", una idea más suave que la mera correspondencia que parece que exige una equivalencia mayor.

El materialismo filosófico, explicó, efectivamente da la vuelta a los razonamientos de Marx y Engels, pero lo hace asumiendo categorías y presupuestos del materialismo histórico, por lo que no se puede hablar de una separación efectiva o un giro de 180 grados.

Esta visión, según la exposición de García López, supone, por un lado que las tesis de Marx y Engels tampoco representaron un giro radical a los planteamientos de Hegel, sino una versión marxista de la "Filosofía del Espíritu" y de la "Filosofía de la Naturaleza", en uno y otro autor, "con posiciones diferentes, pero con los mismos puntos formales, que cambian de lugar". El otro punto de partida previo del razonamiento de García López es la negación del marxismo puro. "Igual no que no hay un cristianismo puro o una filosofía materialista pura; los sistemas no pueden entenderse al margen de sus desarrollos".

Así, ya descendidos a la harina de las tesis marxistas, el autor, que proseguirá su análisis en una segunda ponencia, abordó la tesis marxista de la lucha de clases como motor de la historia cotejándola con la dialéctica de los Estados del materialismo filosófico.

De la pura formulación marxista de la historia como historia de lucha de clases que conduce a la transformación de las sociedad a través de la revolución y la desaparición del Estado, García López pasó a recordar los planteamientos de Engels que ve en la aparición de la propiedad y las sociedades monógamas el detonante de la aparición del Estado. De ahí, el conferenciante resumió someramente los desarrollos de Lenin, Trostski y Stalin.

Bueno, en cambio, plantea el cambio de la sociedad natural humana a la sociedad humana natural con la aparición de la sociedad política. Es, así, en Bueno, la aparición de la capa conjuntiva, "los que mandan", la que determina la fase protoestatal, a la que se sumará la capa cortical, la de las fronteras, para conformar la fase Estatal. El tercer estadio sería, para Bueno, el de la fase postestatal o aestatal, los que propugnan su desaparición como marxismo, el anarquismo o, desde lo teórico, los planteamientos de Fichte.

Bueno llegaría a identificar lo constitutivo de la capa basal del Estado con la idea de Imperio Universal, verdadero motor de la historia. En estas capas diferenciaba Bueno distintas ramas del poder, como puede ser el que ejecuta, el que juzga o el que legisla, pero, según García López, "son tres fuerzas de lo mismo, contra todo eso que se comenta tanto estos días de la separación de poderes". A estas capas se le pueden oponer, claro, fuerzas positivas o negativas, pero que forman parte de la misma estructura. "O que se cumplan o que haya desacato, como también estamos viendo estos días", resumió el profesor García López. "La huelga, el fraude o la deserción se identifican, así con estos poderes, y, así, el Estado como superestructura es lo verdaderamente importante, no la lucha de clases", concluyó.