Miguel Ángel G. M., el acusado de abusar de una niña de 9 años, hija de una amiga, aceptó en la mañana de ayer en la sección tercera de la Audiencia Provincial una condena de dos años de prisión. La fiscal pedía inicialmente cinco años de cárcel, pero apreció la atenuante muy cualificada de reparación del daño. Y es que el acusado ha pagado la indemnización de mil euros que pedía el ministerio público. De esta forma evita entrar en prisión, al carecer de antecedentes penales. Aparte de la pena de prisión, no podrá acercarse a la menor durante tres años y estará otros cinco en libertad vigilada.

El acusado, vecino de Oviedo, aunque nacido en Cuba, se presentó en la sede ovetense de la Audiencia Provincial tocado con una gorra y con el rostro parcialmente cubierto con una braga, con el fin de impedir que se difundiese su imagen. El hombre acudió junto a dos mujeres, una de las cuales también trató de esconder su rostro. Apenas estuvo tres cuartos de hora en la Audiencia, ya que su abogada logró que el ministerio público aceptase la atenuante de reparación del daño y se produjo una conformidad, con lo que no fue necesario que se celebrase el juicio.

Los hechos que se le atribuían ocurrieron en diciembre de 2016. El acusado abrazó a la menor y le manoseó bajo la ropa en una furgoneta que tenía en el garaje. Según el escrito del ministerio público, los hechos sucedieron el 16 del citado mes, sobre las siete y media de la tarde. El acusado estaba en una cafetería de la calle Joaquín Blume, de Oviedo, acompañado de dos amigas y los tres hijos menores de una de ellas, incluida la víctima. El hombre propuso entonces a la menor que le acompañara a su furgoneta, donde tenía una pulsera que le quería regalar.

Cuando caminaban por la rampa de bajada del garaje donde estaba el vehículo, el acusado abrazó a la menor y le metió la mano por debajo de sus ropas hasta tocarle el pecho. La niña reaccionó apartándole el brazo, pero continuó junto al hombre. Una vez en la furgoneta, a la que la menor accedió por la puerta del conductor, porque la del copiloto no podía abrirse al estar pegada a la pared del garaje, el acusado sujetó con sus manos las mejillas de la niña para besarla. La víctima apartó la cara, pero el hombre siguió adelante, volviendo a meterle las manos debajo de la ropa. La niña siguió resistiéndose, pero el hombre no cejaba de intentar besarla, al tiempo que le decía: "No seas mala, dame un beso".

Finalmente, el hombre la dejó marcharse de la furgoneta. La menor regresó a la carrera a la cafetería. La madre se dio cuenta de que había pasado algo, ya que estaba despeinada y en actitud rara. De vuelta a casa, la menor confesó lo ocurrido. El caso es que el acusado y la niña se conocían desde hacía tan solo 20 días. Ese primer día, el hombre aparentó ir a darle un beso en la mejilla, pero movió la cara y la besó en los labios. Y días después también la llevó al garaje a enseñarle su furgoneta e intentó besarla, sin éxito.