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La colección de armas de la fábrica de la Vega, un tesoro de la industria de la ciudad

La Delegación de Defensa guarda centenares de piezas fabricadas en Oviedo y utilizadas en todas las guerras

Las armas de La Vega

Las armas de La Vega

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Las armas de La Vega David Orihuela

En 1999 se mostraba en la plaza de Trascorrales de Oviedo parte de la colección de armas de la fábrica de La Vega. Había cosas muy raras, piezas que los expertos no conocían porque en realidad nunca habían salido de las dependencias de la fábrica ovetense, tampoco se habían fabricado, eran prototipos. Artemio Mortera, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Arquitectura Militar Asturiana (ARAMA), quedó asombrado con aquellas piezas. No había visto nada igual. Visitó la muestra varios días.

Años después, con el cierre de las instalaciones fabriles situadas a la entrada de Oviedo, apareció un tesoro. Ayuntamiento y Defensa siguen enredados en dar un futuro a unos terrenos muy golosos. Se han barajado varios proyectos y se sigue negociando aunque no hay nada claro. La fábrica de la Vega es un espacio espectacular que los ovetenses han podido visitar en las sucesivas ediciones de la Noche Blanca.

Pero la Vega guardaba algo más que un bocado urbanístico de 120.000 metros cuadrados muy apetecible. Más de un siglo de industria armamentística puntera en todo el mundo. Oviedo manufacturó armas que fueron utilizadas en las dos guerras mundiales, en la guerra civil española, en la guerra de África, en Indochina, en numerosos conflictos de Latinoamérica, y piezas que fueron copiadas por ejércitos de todo el mundo.

La fábrica de La Vega cerró sus puertas y allí quedaron centenares de piezas. Todas las fábricas de armas guardan ejemplares de cada una de sus obras, además suelen comprar uno de cada de todos los modelos que salen al mercado, para ver qué se puede copiar o mejorar. Poco a poco se va conformando una pequeña colección en cada factoría y Oviedo también tenía la suya, aunque mucho desapareció durante la guerra civil.

De vuelta al siglo XXI, con el cierre de La Vega, se descubrió todo un arsenal de historia. No podía desaparecer. Se quiso llevar fuera de Asturias, se planteó su traslado a Madrid o a otras comunidades. La Delegación de Defensa en Asturias pidió la colaboración de Mortera. Le dijeron que si podía restaurar aquellas piezas, "algunas tenían hasta musgo, no se sabía muy bien qué eran", y desde Arama contestaron que sí, que se comprometían a hacerlo, pero ponían una condición: "que la colección no saliese de Asturias". Así fue. La Delegación de Defensa en el Principado, el antiguo Gobierno Civil situado en la Plaza de España de Oviedo, no solo aceptó sino que puso mucho de su parte. De mano , cedieron parte del Salón del Trono y se quedaron sin salón de actos para que se pudiese clasificar, documentar y mostrar la colección. Se recogieron más de 250 armas (desde el siglo XVIII al XX) y ahora en la Delegación de Defensa se muestran 180 piezas. El resto, repetidas, fueron donadas a museos de La Coruña, Sevilla y Valencia. Quien quiera ver la exposición puede hacerlo los jueves por la mañana cuando los voluntarios de ARAMA se turnan para mostrarla al público.

La visita empieza en el Salón del Trono. En esta sala se muestran los trabajos de fin de curso de los alumnos de las escuelas de aprendices de las fábricas de armas de Oviedo y Trubia. Auténticas virguerías. Son armas en miniatura, a escala ½ , pero perfectamente útiles. Se podrían disparar. Las piezas las hacían en grupos como prueba final de curso de aquellas escuelas por las que pasaron miles de ovetenses. Estos centros de estudio, tremendamente cualificados, dotaron de profesionales altamente especializados a toda la industria armamentística nacional. La escuela de aprendices de La Vega comenzó a funcionar en 1857 cuando el director de la fábrica decide que los hijos de los empleados pueden ir a trabajar con sus padres. En 1928 se inauguró el edificio de la Escuela de Aprendices y la última promoción es la de 1999.

Artemio Mortera detalla una a una las características de las piezas. También hay máquinas en miniatura y un precioso maletín de herramientas, también fabricadas por los alumnos. Los de los cursos superiores fabricaban las herramientas para los nuevos alumnos que llegaban a la escuela.

Pero el grueso de la colección está en la planta baja, en lo que era el salón de actos de la Delegación de Defensa. Allí están las armas de verdad, las que se fabricaron y se vendieron a todos los ejércitos del mundo desde Oviedo. También las que la fábrica compraba para copiar.

"No se trata de una colección sistemática, sino técnica", advierte Artemio Mortera mientras muestra algunas de aquellas piezas, "secreto militar", que nunca llegaron a fabricarse en serie y que él descubrió en la exposición de Trascorrales.

Hay muchísimas curiosidades, como una ametralladora refrigerada por agua. Se calentaba demasiado y el agua servía para enfriarla generando vapor que caía en un recipiente para volver a utilizarlo. En la colección se pueden ver todos los sistemas de disparo, de chispa (construidos con planos de 1796), de pistón y de cartucho.

A la entrada de la sala se encuentra el arma más mortífera de la primera Guerra Mundial. La ametralladora Spandau de 1908, la que más muertes provocó en aquel conflicto. A poca distancia, en la pared, el despiece total de un Cetme, una de las piezas que más trabajo dio a La Vega durante el siglo XX y que armó durante décadas al Ejército español. Son más de 200 piezas.

Hay fusiles Mauser Oviedo, de 1893, todo un referente de la historia armamentística. Una ametralladora Hotchiss del año 1914, que utilizaron los dos bandos durante la Guerra Civil española.

Entre 1936 y 1939 cada bando en conflicto en la guerra de España tuvo que dotar de armamento a más de un millón de hombres así que las fábricas españolas no daban abasto y se recurría a ayudas de otros países pero como siempre en el mundo de las armas también aparecieron traficantes. Unos fusiles dejan muestra de ello en una de las vitrinas de la muestra.

Artemio Mortera narra la peripecia de estos fusiles paraguayos. El ejército republicano compró una partida de armas a un traficante de armas suizo. Las armas salieron de Paraguay por el estuario del Río de la Plata pero hubo una parada en Brasil y alguien alertó de que eran armas para los republicanos españoles así que se prohibió su traslado a España y acabaron en Polonia, de allí llegaron a Finlandia. Desde el país nórdico se utilizaron pequeños barcos de pesca para llevar laos fusiles a Estonia donde un barco francés, que en realidad era del partido comunista, las recoge y las traslada hasta Burdeos para que entrasen a España por los Pirineos. Poco más y se acaba la guerra. El viaje duró un año.

Cierto que el objetivo de las armas es matar personas pero la colección que se muestra en la Delegación de Defensa de Oviedo es un repaso a la industria de la ciudad, a un ejemplo de innovación y desarrollo cuando no existía el I+D. Es historia de Oviedo, de Asturias, de España y del mundo.

Ya sólo el edificio merece la pena. Con vidrieras de Paulino Vicente el Mozo y una lámpara de 2.900 kilos de peso, construida en la fábrica de Armas de Palencia, que obligó a reforzar la estructura del segundo piso del edificio. En realidad era para la primera planta pero el techo no aguantaba el peso.

Oviedo está pendiente de que La Vega vuelva a tener vida, que vuelva a ser un bullicio de personas. Allí está parte de la historia de la ciudad.

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