Daniel Anca es presidente del club de empresas Oviedo Congresos desde 2016. Diplomado en Empresariales y Máster en Auditoría de Cuentas, comenzó a trabajar en el mundo de los catering hace siete años de la mano de su familia y hoy es la cabeza visible de un colectivo que representa a 53 compañías de diferentes sectores.

- ¿Cómo valora que el Calatrava acoja en 2017 casi 30 congresos?

-Es muy positivo, sobre todo después de una temporada que fue penosa desde el inicio de la crisis. Es volver casi a la normalidad previa a esos años tan turbulentos y un buen síntoma de que algo bueno se mueve en la economía.

- ¿Ve con buenos ojos el traslado de los congresos del Auditorio al Calatrava por seguridad?

-La actividad congresual clave debe estar en el Calatrava. Lo único negativo es que los congresos pequeños puedan quedar un poco desangelados en un edificio tan grande. Por lo demás, al edificio de Buenavista hay que darle mucha vida y esta es una manera, aunque sea obligada por temas técnicos.

- ¿Qué impacto tienen los congresos en la economía ovetense?

-Desestacionalizan el turismo, que no es poco. Dejan mucho dinero a empresas de diferentes sectores, como la hotelería, la hostelería, el catering o las agencias de azafatas. Cuantitativamente es difícil calcular el impacto, pero los eventos de 1.500 participantes dejan un pastón en la ciudad.

- ¿Cuál es el papel de Oviedo Congresos?

-Promover la ciudad como destino de este tipo de citas. Tenemos asociados de diferentes sectores y tenemos a manos a todos los proveedores de un congreso, con lo que facilitamos organizarlos.

- ¿Hay algún tipo de eventos especialmente provechosos?

-Todos dejan cosas buenas. Los médicos o farmacéuticos son los más interesantes, más ahora que las industrias vuelven a disponer de medios para pagar la instalación de stands.

- ¿Existe una cifra ideal de congresos para rentabilizar el Calatrava?

-Resulta muy difícil ponerse un listón. La meta es ir creciendo de manera progresiva, en torno a un 10% al año, por poner una cifra. Para ello hay que retener a todos los que se pueda y atraer a más. Los congresos regionales solemos mantenerlos fieles y los nacionales, si todo va bien, vuelven después de unos años de rotación.

- ¿Están contentos con la administración?

-A nivel municipal, el apoyo del edil de Economía Rubén Rosón fue rotundo desde el principio.

- ¿Se llevan mejor con el tripartito que con el gobierno anterior?

-Siempre hubo apoyo a los congresos. Sucede que ahora, el Ayuntamiento tiene una línea de 400.000 euros para colaborar con la financiación de reuniones. Vendrá muy bien.

- ¿Ve opciones de aumentar el número de socios en Oviedo congresos?

-Ahora somos 53 empresas, pero hemos sumado cuatro hace escasos días. Mi mandato termina en junio y quiero alcanzar las 60. Luego el objetivo debería pasar por volver a las 100 que llegamos a tener en 2009.

- ¿Temen quejas de los comercios del entorno del Auditorio por el traslado de congresos al Calatrava?

-Los catering y los servicios auxiliares son los mismos en uno u otro escenario. Más allá de los cafés para algunos negocios el cambio es casi inapreciable. Los congresos de 1.500 o 2.000 personas dejan dinero en toda la ciudad.

- ¿Se condena al Auditorio a un papel secundario?

-Tiene que quedar más para actividades culturales, que es para lo que sirve realmente un edificio de este tipo.

- ¿Es dura la competencia por el turismo de congresos?

-Hay ciudades muy potentes como San Sebastián, Madrid o Barcelona. El eterno problema de Asturias es la falta de buenas comunicaciones.

- ¿Cómo se puede competir?

-Hace falta una mayor apuesta por el gobierno del Principado. El plan de turismo no dedica un mínimo a los congresos y son vitales para desestacionalizar. Soy partidario de la unión entre las tres ciudades y venderlas como un todo complementario.

- ¿Está infrautilizado el Calatrava?

-Da para mucho más. Vamos a ver cómo funciona este año con tanto congreso nuevo y ver el potencial que podemos sacar.

- Hubo que cerrar parte del Auditorio por motivos de seguridad, ¿le extrañó?

-Había informes de bomberos y empresas externas que decían que no cumple por ningún lado. He trabajado mucho en la tercera planta y te das cuenta de que en el pasillo que va por las salas, de la uno a la cinco, si hay un incendio ardemos todos. Funcionó así 16 años pero sorprendió la medida porque fue de un día para otro.