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El "atracador desesperado" de Uría regenta una mueblería en crisis en Montecerrao

El comerciante, que ingresó en prisión, tiene el local en venta: "Es un buen hombre", dicen sus vecinos, que hasta quieren recoger firmas para defenderle

Mueblería donde trabaja el hombre que intentó atracar un banco en la calle Uría. JULIÁN RUS

Está en prisión provisional y se enfrenta a una pena de 3 años de cárcel, que es lo que pide la Fiscalía. J. F. H., de 67 años dejó un cartel en su mueblería de Montecerrao el pasado miércoles a las siete de la tarde: "Cerrado por asunto familiar. Disculpen las molestias. Mañana abrimos a las 10.30. Gracias". Justo a esa hora, a las diez y media de la mañana del jueves, este vecino de Oviedo estaba sentado en una silla de la sucursal de Bankia en la calle Uría, junto a la plaza de la Escandalera, amenazando con volar por los aires el edificio si no le daban el dinero de la caja fuerte.

El titular del juzgado de guardia decretó ayer su prisión provisional -según confirmó su abogada y su familia a la salida de la audiencia- hasta el juicio que se celebrará el próximo día 18. La entidad bancaria no ha presentado cargos y la ausencia de antecedentes, además de que el atraco fue en grado de tentativa, sin dañar nada ni a nadie y que fue detenido sin oponer resistencia, hacen probable que nunca llegue a entrar en la cárcel.

"Era un buen hombre", según cuentan todos los que le conocen, al que la mañana del jueves "se le fue la olla" agobiado por las deudas. La mueblería en la que trabajaba abrió hace doce años en Montecerrao y funcionó muy bien los primeros años, amuebló muchos chalés del barrio, pero llegaron la crisis y las grandes superficies y la caja empezó a menguar. Ya nadie compra muebles de madera de verdad que cuestan lo que valen, así que desde hace unos años la mueblería empezó a declinar pese al empeño del hombre. Pasaba allí todas las horas del día y más si era necesario, hacía ofertas, lo llenó todo de carteles pero no había manera de salir adelante.

Hace dos años puso en venta el negocio. Empezó pidiendo 150.000 euros y ahora está rebajado hasta 120.000. euros. Lo vende la inmobiliaria del Sabadell, así que todo hace pensar que el local ya está embargado. El hombre pasó ayer a disposición judicial. "Está jodido", decía un familiar que pudo entrar a verle en el juzgado minutos después de que se decretase su entrada en prisión.

Lo que más repetían ayer quienes conocen e J. F. H. es que "es un buen paisano". Nadie se explica lo que se le pasó por la cabeza la mañana del jueves. "Era un trabajador, nunca tuvo problemas con nadie y siempre cumplía". Hay quien llegó a decir ayer que estaría dispuesto a recoger firmar para que no fuese a la cárcel. Ni una mala palabra, ni siquiera de los empleados del banco a los que amenazó con volar la sucursal y todo el edificio si no le daban el dinero.

Su vida era el trabajo y sólo salía para tomar un café en un bar cercano. "Nada de andar por los bares de vinos", insisten para aclarar que se trata de un buen hombre al que una mañana "se le cruzó el cable". Hay incluso quienes temen "que haga algo raro en la cárcel". Todos quieren que las cosas salgan bien en la medida de lo posible.

Fueron las deudas, una mala racha que le llevó a la peregrina idea de adosarse al cuerpo un paquete de baldosas, unirle unos cables y decir que era una bomba con un detonador, que estaba enfermo, le quedaban cinco meses de vida y le "tiraba del pijo" volar el edificio. La familia negó ayer ese diagnóstico médico, no le quedan cinco meses de vida y tampoco ha estado nunca en la cárcel pese a que durante el intento de atraco aseguró que todo le daba igual y que no pensaba volver a prisión. Jamás había tenido problemas con la justicia y todos los que le conocen esperan que esto sea sólo una pesadilla, que una vez celebrado el juicio salga en libertad.

Un mal cuento de Navidad para un hombre al que las deudas le llevaron a tomar una mala decisión, intentar atracar un banco en la calle Uría con un puñado de baldosas bajo la camisa.

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