Sostiene Pilar García Cuetos, profesora de Historia del Arte en la Universidad de Oviedo y autora de una monografía sobre el convento de Nuestra Señora del Rosario de Oviedo, que "en la arquitectura de los conventos de Oviedo ese es el gran olvidado". La fundación de los dominicos en Oviedo, el 23 de junio 1518, le ha dejado a la ciudad un patrimonio que García Cuetos califica de "soberbio" y que a su juicio "merecería más aprecio por parte de los ovetenses". El convento de los dominicos conmemora este año su quinto aniversario y la conferencia que la historiadora dio ayer en el Real Instituto de Estudios Asturianos ( Ridea), es uno de los primeros actos programados en torno a la efeméride.

No cabe duda del interés arquitectónico y artístico de la iglesia de los dominicos, según García Cuetos, que destaca de ella su retablo, pero insiste además en el valor del claustro, hoy utilizado como patio de recreo del colegio. Fue precisamente el uso escolar que se le dio al convento el que lo salvó tras haber sido arrasado entre 1934 y 1936, según la historiadora. "Si no se hubiera reinstalado el colegio no se hubiera reconstruido el edificio", dijo, y de paso destacó el papel trascendental que los dominicos han tenido en la formación de la clase política que lideró la Transición en Asturias y que controló la región durante las décadas de los 80 y 90 del siglo XX.

Arrasado

En cierto modo, según García Cuetos, durante siglos el convento de Nuestra Señora del Rosario fue "una de las fachadas de Oviedo", la primera que se encontraban los viajeros que llegaban desde La Manjoya o San Esteban de las Cruces. Esa ubicación también determinó su destino: "En el 34 lo incendiaron porque era seminario y estaba relativamente cerca de la zona de San Vicente, además está en una zona de llegada desde la cuenca minera; en la Guerra Civil el barrio de San Lázaro fue uno de los machacados, porque otra vez sirvió de puerta de entrada". García Cuetos mostró algunas fotos del edificio a través de aquellos años.

García Cuetos no se limitó a analizar el monumento desde la perspectiva artística. También habló de su fundación, de las luchas con otras órdenes monásticas como la de los benedictinos y de las personalidades que se implicaron en ella, algunas tan importantes como el marqués de Villena, un grande de Castilla, que en 1518 pasó por Oviedo y dejó tres mil escudos al nuevo convento; o el obispo Diego de Muros, que según la historiadora es una figura decisiva en la historia de Oviedo. Fue él quien facilitó el establecimiento de la orden de Santo Domingo, convenciendo al Cabildo de que hiciera una permuta de terrenos en San Pedro de Mestallón y que, para complacer a los benedictinos, le comprara un solar a ellos.

García Cuetos explicó cómo el convento de Nuestra Señora del Rosario también fue el escenario donde se escenificaron las tiranteces entre "una nobleza renacentista y el pueblo llano". Uno de los ejemplos más evidentes, según contó, es el revuelo que se armó en la ciudad a costa de los enterramientos de Miguel de Cifuentes y su familia en una de las partes más nobles de la iglesia, en el mismo crucero.

Además de los acontecimientos de la Guerra Civil y la Revolución del 34, la historiadora contó que los dominicos de Oviedo, como el resto de las órdenes religiosas, afrontaron dificultades económicas en el siglo XIX, a causa de las desamortizaciones.