Alto, claro y sin pelos en la lengua. Antonio Masip apartó ayer el micro que tenía delante de la cara y elevó el tono para saludar a los presentes. "Tengo muchas limitaciones físicas, pero no la del habla, así que me voy a a expresar a voz abierta". El que fuera alcalde de Oviedo de 1983 a 1991 destapó los secretos de su familia, en especial los de su padre, Valentín Masip, durante algo más de hora y media en el salón de actos del Real Instituto de Estudios Asturianos, RIDEA. La asociación "Amigos de Vetusta, Lancia y Pilares" le invitó a impartir la conferencia "De Alcalde a Alcalde, de padre a hijo".

Masip se metió al público en el bolsillo al salpicar un relato cronológico con anécdotas y vivencias personales definiendo a su padre como "un ovetense medular de personalidad errática y diletante". José María Navia-Osorio se encargó de glosar al hijo y al acabar le dio la palabra.

Valentín Masip nació en las Casas del Cuitu en 1918, se convirtió en un héroe de guerra en las filas del bando sublevado y fue alcalde de Oviedo de 1957 a 1963. Perteneciente a una familia con ideas políticas dispares -monárquicos y republicanos- vivió fuertes tensiones entre ambas ramas. "Creo que mi padre fue muy de Franco hasta la mitad de los cuarenta. Incluso asistió a un concierto que la orquesta alemana ofreció en la inauguración del Filarmónica quince días antes del desembarco de Normandía. Lo curioso es que mi abuelo era partidario de Churchill".

Las convicciones políticas de Valentín Masip empezaron a cambiar al poco de casarse. Cuando contrajo nupcias con Carmen Hidalgo estaba ya algo desencantado con el régimen. "No se hizo de izquierdas, pero era más crítico". Antonio Masip tenía once años en el momento en que su padre accedió a la Alcaldía. El gobernador Marcos Peña Royo fue a buscarle para hacer el nombramiento oficial, pero en un primer momento lo declinó al albergar dudas sobre Franco. Sólo varias visitas políticas posteriores a otros miembros de su familia relacionados con el Banco Herrero le hicieron aceptar el cargo.

Antonio Masip estaba confuso en aquella época. "En mi infancia y juventud tuve un barullo mental sobre si Franco era buen gobernante o no". Estudiaba en los Dominicos, leía mucho y no asistía a clases "politizadas". Los profesores hablaban abiertamente de Lorca y al joven Antonio le gustaba leer a Marcel Proust, entre otros. Sin embargo, el cacao mental se hizo más intenso el día que en el colegio trataron la muerte del comandante José Moscardó (jefe de la casa militar de Franco, delegado nacional de Deportes y presidente del Comité Olímpico Español). "Fui a casa y le dije a mi madre que me parecía que Franco lo estaba haciendo bien. A lo que ella replicó que era justo lo contrario".

Si algo sintió ayer Antonio Masip fue la ausencia de su madre en el RIDEA. Carmen Hidalgo lleva meses sin salir de su casa porque el Ayuntamiento no acaba de conceder al edificio una licencia para un elevador. Además, se rompió el tobillo hace unos meses y las escaleras del inmueble le dificultan aún más su movilidad.

El exalcalde socialista destacó dos de las grandes debilidades y preocupaciones de su padre al frente del Consistorio. Que los ovetenses no se quedasen sin servicio de agua y que la ópera fuese un sello distintivo de la ciudad. "Heredé esas fijaciones. Íbamos juntos a visitar los depósitos de Oviedo que él llamaba 'las bodegas'. Había escasez de agua y a veces no había más remedio que hacer restricciones".

Masip acabó su conferencia emocionado y haciendo una confesión. "Os tomo como testigos para pedirle al Ayuntamiento que deseo ser enterrado junto a mi padre". Valentín Masip reposa en el cementerio de San Salvador en una sepultura de propiedad municipal. Una fuerte ovación cerró el acto en el RIDEA.