"Me dediqué al Derecho Público, que era un mar sin orillas; y es que mi afición es ésa, cultivar mares sin orillas y hacer cosas muy variadas. Creo que todo esto es consecuencia de una necesidad vital de expresarme y de tener siempre algo nuevo que hacer". De este modo, el jurista, catedrático de Universidad jubilado, escritor y político, Francisco Sosa Wagner, resumió la filosofía que le ha llevado, y le lleva, a desarrollar una fecunda actividad intelectual, cuyo último ejemplo es el libro autobiográfico "Memorias dialogadas".

La obra, escrita con el profesor de la Universidad Autónoma de Madrid José Lázaro, recoge la trayectoria de Sosa Wagner, colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, articulada en tres grandes ejes: los recuerdos de su vida (llenos de anécdotas y jugosos retratos de las personas que conoció); el resumen de su obra y la exposición de sus ideas personales, políticas y culturales.

Sosa Wagner, exeurodiputado por UPyD, reveló ayer el consejo que una vez le dio en su casa de Sevilla el economista e historiador Ramón Carande. "Me dijo que siempre hiciese algo nuevo y se me quedó grabado".

Por eso cuando Sosa Wagner llevaba cinco años exitosamente instalado en el Ministerio de Administraciones Públicas decidió marcharse a su cátedra a la Universidad de León. "Se lo dije a Joaquín Almunia, entonces ministro y él se sorprendió. Sé que no es frecuente dejar así una cómoda carrera política, igual que no lo es dejar un escaño en el Parlamento europeo que te aporta un prestigioso estatus y te abre la puerta de interesantes relaciones sociales".

Y es que Sosa Wagner también optó por marcharse de Bruselas tras el desencuentro con Rosa Díez, presidenta de su entonces partido, UPyD. "En Ciudadanos hubieran estado encantados de que me integrara en sus filas, pero no lo hice".

En las páginas del libro Francisco Sosa también cuenta sus orígenes alemanes, que le vienen de su abuelo Rudolf Wagner. "Aterrizó en la zona del protectorado de Marruecos y en casa siempre se dijo que había tenido un enfrentamiento con su padre. Mi hijo Ígor, docente en universidades alemanas, descubrió que era mentira. En realidad fue uno de esos emigrantes que se fue a África y se instaló allí. Era masón y llegó a ser espía". José Lázaro abogó por fomentar la deliberación en vez del debate como forma de diálogo. El psiquiatra Juan José Jambrina destacó la talla intelectual de Sosa Wagner y repasó una biografía en la que queda patente que no ha desaprovechado el tiempo. El acto estuvo moderado por Belén Illana, directora editorial del Instituto Deliberar, que ha editado la publicación.