Al líder del PP ovetense, Agustín Iglesias Caunedo, se le había dado por muerto con el año. El 2017 lo cerró como precadáver político por su imputación en el "caso Pokemon" y la inminencia de la precampaña y una creciente quiniela sobre quién le sucedería como candidato del PP a la alcaldía de Oviedo. Pero ayer algo cambió. Caunedo vuelve, revuelve y se revuelve.
La campaña de los taxis es lo de menos. Lo de más es presentar una publicidad claramente preelectoral en la que él figura como candidato y se dirige en primera persona a los votantes. El "micromagazine ovetense" tiene, además, todos los ingredientes del caunedismo puro: diseño, modernidad, redes sociales y hasta él mismo convertido en avatar de redes sociales. Sería perfecto si todavía fuese Alcalde. Sería ideal si tuviera opciones reales a disputar la alcaldía de Oviedo.
Con esta maniobra el líder del PP local abre dos frentes, trabaja en dos escenarios._Uno es en el que se afanan sus abogados, lograr que la causa vaya a la Audiencia Nacional, que los jueces vean que está prescrito y no hay causa y lo desimputen. Es difícil y en contra tiene, al menos, los intereses del resto de investigados a los que sí les interesa que el procedimiento se eternice. Y le queda poco tiempo. Si el PP nacional evita presentar a los candidatos para las capitales en la primavera y lo deja para después del verano, el tope sería septiembre. Ahí tendría que tirar la toalla. Y en ese contexto, esta nueva propaganda, muy parecida, por cierto, a las campañas de Somos, le serviría para no perder tiempo si tiene suerte en la carrera contrarreloj ante los tribunales y logra volver de entre los muertos políticos.
La otra posibilidad es que Caunedo presiente que el partido lo ha dado por amortizado y que al margen de su recorrido como imputado ya lo ha tachado de la lista. La dirección regional nada sabía de esta precampaña electoral en Oviedo con candidato incorporado y da la sensación de que no ha sentado muy bien tanta audacia. Los que esperaban que Caunedo esperaría sentado en el sofá mientras veía el Operación Triunfo de los aspirantes a sucederle se equivocaban. El medio es el mensaje. No los taxis, sí la cara de un Caunedo convertida en un pictograma risueño y retador. El candidato soy yo. Esta es mi casa. Mi teléfono. No soy un extraterrestre y no me vais a hacer todavía la autopsia. El que quiera apearme de la bicicleta, tendrá que sentarse a negociar.
O ha puesto precio a su cabeza o quiere convencerse de que todavía puede sacarla del agujero.