Álvaro Bauer acudió ayer con sus compañeros de primero de Bachillerato y su profesor de Historia, Ángel Miguel Álvarez, al auditorio Príncipe Felipe. Iban a una actividad extraescolar para conocer el horror del Holocausto, esa terrible cruzada emprendida por los nazis que perseguía acabar con todos los judíos de Europa y que supuso el asesinato de más de seis millones de personas.

Bauer nació y vive en Oviedo precisamente por eso. De una manera u otra, su vida está condicionada por el Holocausto, la Sohá. "Mi bisabuelo era alemán y en 1939 huyó de Alemania y se instaló en España", relata el estudiante. Orgulloso de sus orígenes explica cómo su bisabuelo "no era judío, pero se fue de Alemania porque siendo ingeniero estaba obligado por el nazismo a participar en aquella locura y se fue para evitar tener que hacerlo, para evitar tener que poner sus conocimientos al servicio del nazismo". Álvaro Bauer no conoce Alemania pero ya planea un viaje para conocer sus orígenes. En su agenda estará probablemente la visita a un campo de concentración o de exterminio.

Para este joven ovetense lo de ayer, el acto organizado por la comunidad judía en Asturias, fue mucho más que una lección de Historia, "una manera de recordar, de culturizar", porque, en su opinión, "la mejor manera de enfrentarnos al futuro es mirar hacia el pasado".

"Es muy importante recordar la historia para tener en cuenta el odio al que puede llegar un ser humano, lo que somos capaces de hacer", apostilla su compañero Javier Villamil.

Ellos eran dos de los 800 estudiantes ovetenses que participaron "en la actividad más importante del año" para la comunidad judía en Asturias, según su presidenta, Aida Oceransky. No se trata sólo de mostrar a los chavales los horrores del Holocausto, se trata de enseñarles lo que ocurrió "y que se conviertan en altavoces". Son 800 impactos directos "que luego se multiplican en conversaciones con familiares y amigos", explica Oceransky.

La representante de los judíos asturianos está más que convencida de la necesidad de este tipo de actos, "de educar para evitar la intolerancia, el racismo y la xenofobia que están volviendo en la actualidad". Oceransky vincula con el Holocausto algunas situaciones actuales, como la guerra de Siria. "Con la actuación de los nazis se acabó con la ética en Europa", mantiene la dirigente que explica que el Holocausto se descubrió, con todos los matices posibles, con el final de la Segunda Guerra Mundial y la liberación de los campos de concentración, "pero ahora nadie puede decir que no sabe que hay países que matan niños". Ante esta situación está claro que "falla la ética personal porque nuestra cómoda vida nos lleva a no implicarnos en lo que está sucediendo, en las matanzas que están ocurriendo en muchísimos lugares del mundo".

El nazismo acabó con la vida de seis millones y medio de judíos, arrasó 5.900 comunidades judías en Europa, pero no sólo fueron los judíos, la Segunda Guerra Mundial provocó 20 millones de muertos. Pero no son sólo los muertos, son personas como el bisabuelo de Álvaro Bauer, que ante el terror del régimen del Tercer Reich tuvo que dejar su país.